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¿Aún queda doce?

RAFAEL MARÍN
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Nos ha sabido a poco. Como el cuento de Pedro y el Lobo, como la Joven Guardia Roja aquella de 'que viene que viene' y no vino nunca, como la Penélope de Serrat: tanto tiempo esperando y el 12 ya pasó. No soplamos velas pero por lo menos tampoco sopló el viento, aunque tanto policía encaramado en los tejados parecieran los adornos de una tarta gigante de Don Pan.

Llegó el día de la Pepa y lo convertimos en una especie de Corpus como los de antes: todo el mundo en la calle mirándonos las caras y sin saber muy bien si criticar o alabar, porque es verdad que el Oratorio quedó bonito, es verdad que el monumento a las Cortes (tan deslucido y andamiado para tantos colegios que lo han visitado desde la provincia las semanas anteriores) parece otra cosa, y que a la obra de San Juan de Dios le faltó Ramón García que dijera 'Prueba superada' cuando la terminaron imagino que de madrugada. Estuvieron todos los políticos que se dieron codazos para salir en la foto, hubo cultura aunque nunca suficiente, vinieron los Reyes y todo el mundo comentó la mala carita de Su Majestad (yo lo vi igual que siempre, por cierto), y aunque las grandes obras faltaron (y seguirán faltando), y lo del autobús gratuito fue perfecto (como para repetirlo en carnaval o en jueves y viernes santos) lo peor fue, según dicen todos, la intendencia: para a ir a una batalla hay que dejar expedita la vía de retirada y, sin batalla o con ella, tener las líneas de suministros siempre abiertas. Aquí, con tantísima gente y con los dos buenos días que vivimos, faltó organización y previsión en la hostelería. Cosa que no nos pilla de nuevas, pero como siempre la culpa es del cliente: esa canción nos la sabemos ya de siempre.

¿Se ha terminado ya el 12? No debería. Entre el 12, los fenicios y el carnaval tendríamos que convertirnos en un parque temático que se iba a enterar el Real Madrid. El 12, aparte de la visita de los jefes de estado del próximo otoño, debería estar presente en el verano: tiene que seguir habiendo procesiones cívicas, pasacalles, teatros en las esquinas. Tiene que haber celebraciones civiles más allá de las celebraciones políticas. El 12 tiene que vivir más allá del 12.