Solo podía ser Alonso
Una conducción perfecta y los errores de sus rivales propician la victoria del asturiano, que quedó por delante del mexicano Pérez El español se sitúa líder del Mundial tras un triunfo vibrante
Actualizado: GuardarFue una conjunción de designios astrales lo que se reunió en aquel punto del planeta, selva, calor, lagartos y agua, para propiciar un prodigio en el que nadie creía. En Malasia concurrieron todos los factores para el impensable desenlace. Fernando Alonso es el líder del Mundial de Fórmula 1 después de una carrera vibrante por las alternativas y caótica por la lluvia. Un dato que nadie, ni él mismo, hubiera imaginado a tenor del inicio del campeonato. Pero ayer en Sepang Ferrari funcionó como un reloj, Alonso condujo como los ángeles, McLaren arruinó su vida en los garajes y todos los elementos confluyeron para el resultado inopinado. Victoria del español frente a un cliente de nuevo cuño, el mexicano Sergio Pérez.
La Fórmula 1 es más bonita cuando gana Fernando Alonso. El ovetense expuso una vez más los motivos por los que ocupa un lugar predominante en el santoral del deporte español. Realizó una enorme carrera en Malasia, sin fallos, siempre por encima de su coche, de las circunstancias cambiantes del tiempo y de un invitado inesperado que le complicó la victoria.
Resulta difícil explicar el triunfo de Fernando Alonso sin apelar a situaciones de perfección. Todo le fue bien en Sepang: el coche Ferrari que renquea los sábados en las clasificaciones, sus increíbles dotes para el pilotaje y la estupenda estrategia de su equipo en las entradas en boxes, siempre rápidos en los cambios de ruedas y en la elección de paradas.
Ferrari o cualquier equipo suele salir mal parado en el espejo frente a Alonso. Por ese ardor patriótico que caracteriza a los españoles y por los lazos económicos que despliega este deporte, el que gana es el piloto y el que pierde, el equipo. Y Ferrari empezaba a parecer un desecho de tienta. Una cochera en la que cualquiera construye un fórmula 1.
Ayer se lucieron los ingenieros que dirigen la estrategia, que calibran el universo F-1 con su mundo excel y sus cincuenta ordenadores para dos ojos. Siempre atinaron para ordenar a Alonso cuando debía detenerse y montar ruedas de lluvia, intermedias o de seco.
Salió muy bien el español entre una tromba de agua. Lanzado del octavo al quinto, anticipando los sabores dulces de la tarde malaya. En el lío de la sustitución de neumáticos, del intermedio al extremo, rebasó a Vettel. Ya era cuarto. Llegó el diluvio diario en Malasia y no alteró la carrera de Alonso. Se detuvo el gran premio tras el coche de seguridad y una bandera roja. Así es la F-1. Caen cuatro gotas y todo se para. ¿Qué dirían en otros deportes que compiten con nieve, agua o lo que sea?
El español siguió su escalada en pos de Mark Webber. Lo adelantó en la pista por pericia y valentía, también por un Ferrari que funcionó de maravilla con la pista mojada. Ya solo tenía por delante a Hamilton y a Sergio Pérez.
Mal día para McLaren
Hamilton se consumió en los garajes. McLaren tuvo un día ruinoso en ese apartado. Primero, con Button y sus apuestas siempre finas y arriesgadas. Esta vez le salió mal su aire pionero. Hamilton sufrió dos veces con el coche parado. En la segunda, con un atasco en su rueda delantera derecha y Massa entorpeciendo su arrancada, dejó el liderato a manos del mexicano. Cuando este cambió neumáticos de nuevo, Alonso lo rebasó y se puso líder. Era la vuelta 16 y quedaban 40.
Desde ese momento, el español administró su gen competitivo con mucha energía. Según se fue secando la pista, perdió fuelle ante Sergio Pérez, mucho más rápido con el increíble Sauber. Cuando ambos se juntaron, surgieron las jerarquías.
El Sauber era más veloz, pero el piloto debía adelantar a un campeón. Aparecieron los nervios en el mexicano y en uno de sus intentos, se salió de pista. Alonso respiró después de su marcar su territorio. Es difícil ganarle a cualquier cosa. La F-1 no es solo matemáticas.
Alonso consiguió en Malasia su séptima victoria con Ferrari, la 28 de su vida y se coloca líder del Mundial con el quinto o sexto mejor coche de la actual parrilla.