Dujmovic derriba a Arda Turan en su avance. :: EFE
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El Zaragoza revive a costa de un inoperante Atlético

Un penalti polémico en el descuento premió el esfuerzo de los maños, que se acercan al sueño de la permanencia

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El Zaragoza sigue vivo tras firmar su segundo triunfo consecutivo por vez primera en toda la temporada. Si hace una semana venció en Mestalla con cierta fortuna, ayer neutralizó a un Atlético timorato primero e impotente después, y se impuso en el último suspiro, merced a un dudoso penalti de Godín a Helder Postiga que transformó Apoño.

Los de Simeone se alejan de su reto europeo por su incapacidad lejos de casa. Los números no son casualidad. Un equipo que solo ha ganado dos partidos como visitante y solo suma dos puntos en los feudos de los tres últimos, es imposible que recupere un hueco entre los grandes. Con grandes limitaciones en ataque pero con orden, fe y la suerte final, el equipo de Manolo Jiménez ha logrado lo que hace un par de semanas parecía utópico.

A tenor de lo visto en el primer tiempo, resultaría difícil discernir qué equipo peleaba por acercarse a la 'Champions' o por alejarse del descenso. Con empeño, pujanza, presión, líneas juntas y un juego muy directo, el Zaragoza apenas dejó hacer a un Atlético carente de juego en el centro del campo.

El turco Arda tenía la llave para enlazar con Adrián y Falcao y evitar que los rojiblancos se partieran, pero intervino más bien poco. Es un futbolista genial pero discontinuo, un tanto anárquico. Adrián tuvo una gran ocasión pero su disparo se marchó a la cruceta. El rechace le cayó a Falcao, quien en lugar del toque sutil buscó el disparo duro y volvió a estrellarse con el palo. Fue, de largo, la acción más bella de un primer acto muy trabajo.

El choque se abrió tras el descanso porque un punto era inservible para ambos y los dos técnicos hicieron cambios ofensivos. Pero ni con todos los jugones, incluido el reaparecido Diego, el Atlético fue capaz de someter a un abnegado Zaragoza en el que el portero Roberto vivió uno de sus días más tranquilos. El choque derivó en un ida y vuelta descontrolado. En ese cara o cruz final, premio gordo para los blanquillos y golpetazo moral para un Atlético vulgar.