OPINIÓN

EN MANOS DE LOS CABREADOS

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Aver qué piden los de Izquierda Unida. Esa frase, de Luis Pizarro, cuando ya estaba en la calle, alejándose de la sede del PSOE define la situación con la simpleza de las obviedades indiscutibles. El PSOE, incluso el PP, han quedado en manos de los cabreados, de un electorado confuso y molesto que ha decidido que la palabra, la clave para equilibrar la balanza rota la tenga el partido de izquierdas que, teóricamente, siquiera como último recurso y en un mar de dudas, representa de forma lejanamente próxima al movimiento de indignación que ha sido la mayor noticia política de Andalucía y España en los últimos doce meses. La abstención, que ha alcanzado en la provincia de Cádiz niveles de alerta social, también puede incluirse en el mismo mensaje. La mitad de los que podían no votó. Si al 50% que compareció se le restan los votos en blanco, los nulos y los de partidos mayoritarios, es muy probable que los representantes parlamentarios de los andaluces no cuenten con el apoyo máximo de tres de cada diez electores gaditanos. Motivo de reflexión profunda, materialización de todo eso llamado desapego, indignación y cabreo que ha encontrado salida parcial, desahogo en periodo de prueba, con el incremento de voto a IU. Los populares salen de la cita electoral con dos ideas claras: Javier Arenas ha terminado su, largo, ciclo y los recortes tienen un coste electoral inmediato, mucho mayor que la corrupción y los procesos judiciales que, ni en Baleares, ni en Valencia ni en Andalucía parecen pesar a la hora de verse con las urnas. Lo que pesa es el cabreo y el miedo al desempleo. Ahora tiene la clave el que parece más cercano, por tradición ya cuestionada, al empleado público y privado, al que parece la última opción de los enfadados. A ver si se le ocurre algo porque su voto, como todos, como se ha visto, sólo es a préstamo.