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Tres mujeres católicas observan en la televisión la intervención del viernes del arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García Ibáñez. :: EFE
MUNDO

Pruebas de diálogo en Cuba

El Papa reforzará el acercamiento de Raúl Castro y el cardenal de La Habana, tras décadas de persecución Opositores católicos acusan a la jerarquía eclesiástica de «despreciarlos»

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ ENVIADO ESPECIAL
LA HABANA.Actualizado:

Benedicto XVI, que ayer tuvo una jornada de descanso en México, llega mañana a Cuba y saludará a Raúl Castro, un encuentro entre la mano derecha de Juan Pablo II y el hermano de Fidel, ahora enfermo. Tras la histórica visita de Wojtyla en 1998 ahora es el turno de dos personajes secundarios de entonces, de menor carisma, que gestionan esa herencia y la colaboración en el cambio de la sociedad cubana. Es, en realidad, el punto de mayor cercanía entre la Iglesia católica y el Gobierno de La Habana, trabajado con enorme cautela. «La desconfianza entre Iglesia y Estado es mutua», confía un prelado del Vaticano con larga experiencia en el país.

La Revolución enfiló a los católicos en los sesenta, pues la mayoría de los 850 curas y 1.200 religiosas de la isla eran españoles y de formación franquista. Hoy son 361 curas y 619 monjas. Castro cerró colegios, publicaciones y encarceló o expulsó sacerdotes. Fidel se cargó la Navidad en 1965 y declaró Cuba un Estado ateo en 1976. Ser creyente significaba la exclusión social. El actual cardenal de La Habana, Jaime Ortega, pasó por los trabajos forzados. La apertura arrancó en 1991, al ser admitidos los creyentes en el Partido Comunista. Ese año llegó Caritas. En 1996 Castro se entrevistó con Juan Pablo II en Roma y se fraguó el viaje de 1998.

La Iglesia ha ido ganando espacio, aunque si el 60% de los 11 millones de cubanos son creyentes, son practicantes un 5%. Vive en una gran precariedad, desearía construir templos y colegios -tiene diez- y contar al menos con una emisora. Es un paso que el Gobierno haya permitido hablar por televisión al cardenal Ortega hace dos semanas y anteayer al obispo de Santiago, Dionisio García. Es fruto del diálogo entablado por el cardenal en los últimos años, con una estrategia a largo plazo. «La Iglesia se está preparando para insertarse en el futuro de Cuba, sin los Castro», ha dicho Enrique Pérez Oliva, profesor de Historia de las Religiones de la Universidad de La Habana. No está claro si hay un relevo generacional político, pero la Iglesia sí tiene ya lista una elite de laicos.

Muy lejos de ese proceso se halla Oswaldo Payá, histórico disidente cubano, premio Sajarov en 2002 y ferviente católico. Vive en un barrio humilde, con rejas en la puerta. Sufre los llamados actos públicos de repudio. En 2002 protagonizó el Proyecto Varela, una iniciativa sin precedentes, al presentar 10.000 firmas que reclamaban cambios políticos. Pero solo disparó la represión sobre su grupo, el Movimiento Cristiano de Liberación. Dentro de la ilusión por la visita del Papa, es durísimo con la Iglesia: «El cardenal Ortega y una elite de laicos con intereses políticos marcan una doctrina de apoyo a Raúl como protagonista del cambio, y esto lleva no solo a un acercamiento al régimen, sino a la negación de todo lo que pueda molestarle. Eso ha significado la exclusión de quienes defendemos los derechos humanos, un desprecio expreso por la oposición. Actúan como el Partido Comunista».

«Sometimiento»

La disidencia es reducida y está muy dividida, siempre con la paranoia de la infiltración de agentes, pero es general el alejamiento de la Iglesia de figuras católicas destacadas del pasado. Según Payá, ahora da «una imagen de sometimiento y complicidad». Y advierte: «Se les ha ido la mano, la forma en que han tratado a la disidencia va a traer más persecución, se preparan para reprimirla aún más tras la visita del Papa». Algunos disidentes han pedido encontrar a Benedicto XVI, pero el Vaticano lo excluye.

Hay que saber de dónde viene Payá. Pasó tres años en campos de trabajo, cuando «las 30.000 personas que iban a misa estaban fichadas». En la pared del salón, la foto de él y otros dos compañeros entregando las firmas del Proyecto Varela. Era mayo de 2002. En 2003 fueron encarcelados los líderes de oposición y la mayor parte de su movimiento, 75 personas. Los dos que aparecen con él en la foto fueron condenados a 18 y 20 años. Tras la liberación pactada por el cardenal Ortega en 2010, están en España.

En la diócesis de La Habana el panorama se ve desde el punto de vista del equilibrista. Su portavoz, Orlando Márquez, escribe en el último número de 'Palabra nueva' que la prioridad de la Iglesia es el diálogo y no puede asumir un papel «catalizador de cambios radicales», una atribución que se debe a «la ausencia de otras entidades, grupos o partidos independientes». En cambio, en el día a día de un cura en la calle no hay tiempo para estrategias. Por ejemplo, en la parroquia del Carmen, en el barrio más conflictivo y peligroso del centro de La Habana. El párroco, Jaime Palacio, colombiano -pues buena parte del clero local es extranjero-, da una charla de preparación al bautismo: «Miren, a mí me da igual por qué le bautizan, si por santería, para protegerle de la brujería... Lo importante es que va a ser cristiano y a partir de ahí sí me importa ¿Listo?».

Santería habanera

La iglesia está en el corazón de la santería habanera, Cayo Hueso. En la puerta del templo se ve comida y flores que dejan a la Virgen de la Caridad, que también es la diosa Ochún en la santería. Es un lío, porque para ser santero hay que estar bautizado. El sincretismo impregna la fe cubana y es uno de los aspectos que incomodan al Vaticano. Como el auge de las iglesias protestantes y evangélicas, algunas de las cuales son sectas para la Santa Sede: hay 54, con 900 templos.

El párroco les recuerda luego que tras el bautizo pasará el cepillo, «plata para los ancianos pobres del barrio, que viven con 215 pesos al mes (ocho euros)». «También nosotros vivimos de la limosna. No recibimos ninguna ayuda, pero soy feliz aquí», cuenta luego. Lleva siete meses en Cuba y cree que hay falsos mitos, no ve a la gente tan desesperada. Dice que el clero local está «muy unido y muy vivo». En ese momento le llama el cardenal por teléfono. «Es un pastor muy cercano, se preocupa mucho por la gente», explica.

Sobre las críticas a Ortega se encoge de hombros, porque todo es complejo. Cree que si él tocara la política en sus homilías sus fieles «lo considerarían un insulto». «Lo que se ha ganado aquí ha sido por fe», asegura. ¿Cómo esperan al Papa? «Con esperanza, pero no de cosas, o cambios, es más como esperar a alguien querido que hace mucho que no ves». Su descubrimiento ha sido el papel de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba y centro de la visita del Papa en Santiago: «Une a todos los cubanos, ha mantenido la fe viva y si es posible la reconciliación será a través de ella». 'Reconciliación' es la palabra clave que más está usando la Iglesia.