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Indeleble Audrey
Un libro recoge algunas de las imágenes menos conocidas de la actriz, realizadas por su amigo y fotógrafo Bob Willoughby
MADRID Actualizado: Guardar"Nunca pienso en mi como un icono. Eso está en las mentes de la gente, no está en la mía. Apenas hago mi trabajo". Audrey Hepburn (Bélgica, 1929 - Suiza, 1993) siempre huyó de las etiquetas. Fue una actriz sencilla, humanitaria y alejada de la frivolidad de Hollywood, que sin quererlo encarnó un ideal de belleza y estilo que trasciende el tiempo.
"No era la típica estrella joven. Ella irradiaba magia", cuenta Bob Willoughby (EE UU, 1927 - Francia, 2009) en 'Audrey Hepburn. 1953-1966' (Taschen). Un libro de imágenes que recoge las facetas menos conocidas de la vida profesional y privada de la actriz: frágil, a ratos pizpireta, a ratos tierna, melancólica, seductora… Más allá de su belleza o su increíble fotogenia, Audrey conquistaba a primera vista. "Me tomó la mano como una princesa y me deslumbró con esa sonrisa que Dios diseñó para derretir el corazón de los hombres", recuerda el fotógrafo, 'flechado' desde el primer instante por el encanto de la joven.
Willoughby acudió una mañana de 1953 a una llamada rutinaria de la Paramount para retratar a una desconocida Audrey Hepburn, que acababa de finalizar el rodaje de 'Vacaciones en Roma'. Por su lente habían pasado gran parte de las estrellas hollywoodienses de la época, sin embargo durante ese primer encuentro con la actriz descubrió que "ella tenía algo…", que le hizo quedarse prendado. "Afortunadamente nuestras vidas se entrecruzaron muchas veces más", recuerda el fotógrafo. Y es que mientras la carrera de la joven subía como la espuma, Willoughby se convertía en uno de sus grandes amigos, inmortalizando su vida dentro y fuera del set.
Así, Willoughby recoge en imágenes los 13 años más exitosos de Audrey, desde como progresaba su carrera tras su debut en 'Vacaciones en Roma' (1953) a su cumbre profesional con el musical 'My fair Lady' (1964), pasando por un puñado de películas importantitísimas en su carrera: 'Sabrina' (1954), 'Guerra y paz' (1956), 'Historia de una monja' (1959), 'Charada' (1963) o 'Dos en la carretera' (1967).
Pero sin duda, su interpretación de la excéntrica Holly Golightly en 'Desayuno con diamantes' (1961) la elevó a mito del cine y a icono de moda, hasta el punto de que durante los años sesenta su estilo y su peinado marcarían tendencia en la calle. Alejada de la belleza exuberante de actrices como Marilyn Monroe o Elizabeth Tyler, Audrey Hepburn destilaba frescura y sofisticación entre una aparente fragilidad física.
Hubert de Givenchy
Durante el rodaje de 'Sabrina' la joven confesó al director de la película, Billy Wilder, sentirse acomplejada por su físico. "No te preocupes. Vas a hacer que los pechos grandes y las caderas parezcan cosa del pasado". El diseñador Hubert de Givenchy sería el encargado de quitarle esos miedos a la actriz al tiempo que iniciaban una amistad que duraría toda la vida. "Dependo de Givenchy tanto como las americanas dependen de su psiquiatra", confesó Audrey. Para ella crearía los vestidos de 'Charada', 'Encuentro en París' y, por supuesto, de 'Desayuno con diamantes', con el mítico 'little black dress' a la cabeza.
La belleza y naturalidad de la actriz de ojos almendrados y cejas gruesas impregnan las más 180 fotografías que recoge este libro, en el que Willoughby hace aún más inmortal a uno de los grandes iconos del siglo XX: Audrey Hepburn.