La aportación de la mujer a la paz
Su papel en las negociaciones para poner fin a los conflictos resulta imprescindible ya que aportan cohesión, equilibrio, nuevos enfoques y sostenibilidad. Tienen fuerza y la saben transmitir
PERIODISTA Y ESCRITORA Actualizado: GuardarLos hombres suelen ser políticos o militares mientras que ellas vienen de la sociedad civil. Conocen mejor que nadie los problemas sociales, educativos, económicos y su enfoque es siempre incluyente. Quieren trabajar junto a los hombres pero estos se resisten a perder el poder, ya que quieren ser los protagonistas del inicio y final de los conflictos bélicos.
Ellen Johnson-Sirleaf y Leymah Gbowee han sido galardonadas con el Nobel de la Paz por haber potenciado la presencia de las mujeres en las negociaciones por la paz en Liberia, pero sería injusto olvidarnos de otras muchas. Su papel integrador y su conocimiento de la sociedad civil les han hecho jugar un papel decisivo en África, aunque sólo ocupen el 4% de los puestos.
Una cabaña palava es una estructura redonda con techo de paja en donde suelen habitar los ancianos de la comunidad en el África Occidental. En ese lugar los jefes del lugar discutían y resolvían los conflictos.
En plena postguerra de Liberia las cabañas palavas se convirtieron en lugares donde las mujeres de Liberia, encabezadas por Leymah Gbowee, llevaron a cabo el proceso de desarme, desmovilización y reintegración de los combatientes. Los individuos confesaban sus delitos y pedían perdón a la comunidad. Las llamaron las cabañas de la paz.
Estas mujeres durante 14 años cargaron con el peso de dos brutales guerras en donde las consecuencias de estos enfrentamientos fueron la proliferación de niños soldado, el desplazamiento masivo de liberianos y la generalizada violencia sexual contra ellas por parte de ambos bandos. Pero lo peor fue que, como ha sucedido en otros conflictos, también fueron agredidas sexualmente por las tropas de paz o por personal humanitario. Sexo a cambio de comida o de un lugar mejor en el campo de refugiados. Demoledor.
Estas liberianas tuvieron el valor de dejar sus hogares, teniendo en cuenta que eran y son la columna vertebral de la familia y se trasladaron a la ciudad de Acra (Ghana) para presionar a los que estaban negociando la paz. Lanzaron la campaña de no practicar sexo si no había paz y encerraron a los políticos para obligarles a llegar a acuerdos.
Pero Liberia y sus líderes no son las únicas que se merecen un premio como el Nobel. No podemos olvidarnos de Sabine Sabimbona, nacida en Burundi, la primera mujer en participar en las conversaciones de paz tras trece años de guerras entre hutus y tutsis, armados y jaleados desde Europa.
Sierra Leona sufrió durante una década una terrible pesadilla observada por el resto del mundo con una gran hipocresía. Los propietarios de minas aumentaban día a día su fortuna y compraban armas a raudales. Junto a los niños soldado o a las niñas prostituidas jugó un papel esencial Chistiana Thorpe. Activista impenitente luchó por la educación de estas así como para romper el tabú que suponía ser víctima de una violación.
Todas estas mujeres han demostrado tener la suficiente fuerza y conocimientos para regenerar a sociedades que habían quedado destruidas. Saben cohesionar y eso es imprescindible para lograr una paz estable. Estos elementos son imprescindibles.
Sylvie Maunga de Congo podría ser otra gran merecedora de cualquier premio tras su duro trabajo con las mujeres violadas y portadoras del VIH, en un país en donde el 70% de la población femenina fue violada o sexualmente mutilada desde el principio del conflicto. Abogada de profesión se ha dejado la piel para que las mujeres víctimas de la guerra no fuesen repudiadas por sus propias familias sino que pudiesen integrarse en la sociedad congolesa.
La lista podría ser inmensa. Y si no que se lo pregunten a la veterana Gertrude Mongella de Tanzania más conocida como 'mamá Beijing' ya que presidió en esa ciudad la V Conferencia Mundial de la Mujer, dando un grito de alarma: «si las mujeres mueren, se muere África».
La periodista sudanesa Rebecca Joshua, conocida por su papel conciliador entre las comunidades del norte y el sur de su país, opina que «ha llegado el momento de invertir en las mujeres para que sean protagonistas de la reconstrucción y de la estabilidad».
«Un ejemplo a seguir sería Kenia en donde las mujeres llegaron a ocupar el 25% de los puestos en las negociaciones» opina María Butler, directora de WILPF (Liga de Mujeres por la Paz y la Libertad). Pero queda mucho camino por recorrer y así lo han entendido las mujeres jordanas las cuales desde la Arab Women Organitation han pedido al primer ministro la inclusión de la palabra «género» en el artículo seis de su Constitución.