Por fin la primavera
Actualizado:Ha sido el pasado un año tan malo, de tanta oscuridad y zozobra, y está siendo lo que va de 2012 tan similar, que peligra mi proverbial optimismo. Son muchos días levantándonos con la palabra crisis servida con el desayuno, muchas predicciones funestas, muchas noticias de desesperanza y de tragedia. Estoy harta y aburrida. Así que, aprovechando que la primavera ha llegado a las 6:14 del día de hoy, voy a dedicar el artículo a cantar sus bondades y belleza, y, por un rato, me voy a olvidar de todo lo malo, de todo lo negro y de todo lo feo.
Las tardes comenzarán a ser templadas y apetecerá pasear bajo los naranjos en flor. Habrá domingos de parque, luminosos, amables y familiares. Debajo de los leotardos y los abrigos, descubriremos de nuevo la piel, y será agradable dejar que los rayos de un sol aún inofensivo la recuperen. Nos dejaremos seducir por los aromas de las flores silvestres. Miraremos el renacimiento del mundo como si fuera la primera vez que regresamos del frío. Siempre es la primera vez, en realidad. Y, fíjense bien (por fin una buena noticia): todo esto no nos va a costar ni un euro. Quizás ha llegado la hora, en este momento de inquietud económica y social, de regresar a la naturaleza como fuente de placer. Por lo que a mí respecta, voy a tomar ejemplo de las costumbres tradicionales japonesas y celebrar mi particular Festival Hanami (que significa aproximadamente "la fiesta de ver flores"). Porque no puedo permitirme gastos superfluos pero también, y sobre todo, porque no deberíamos olvidar la importancia de esas cosas buenas que se nos regalan gratuitamente, esto es, como una gracia, como un regalo. Y asistir al espectáculo de la vida recreándose, restaurándose, reinventándose, es un privilegio y una razón para la sonrisa.