Cercado por la pesadilla de una guerra sin fin
El abogado del militar que protagonizó la matanza en Kandahar le presenta como una víctima del estrés del combate
NUEVA YORK.Actualizado:Un hombre admirado por su generosidad que se había labrado una sólida reputación en una pequeña ciudad de Ohio antes de alistarse al Ejército de EE UU en los días que siguieron a los atentados del 11 de septiembre de 2001. Como muchos compatriotas, Robert Bales no se lo pensó dos veces y se fue a la guerra por puro patriotismo. Tenía 27 años y dejaba atrás una esposa, una familia que lo adoraba y un porvenir seguro. Lo que vino luego es la historia de tantas vidas malogradas por largos despliegues en Irak y Afganistán, solo que la suya quedó marcada para siempre el pasado día 11 en Kandahar con el asesinato a sangre fría de 16 civiles.
Desde que se hiciera pública su identidad, Bales ha protagonizado un debate nacional donde se mezclan los detalles, a veces entrañables, que hablan del supuesto asesino como una víctima de las miserias una guerra interminable. La voz impersonal de los responsables del Ejército se esfuerza en desmontar el argumento de que el estrés provocado por cuatro despliegues consecutivos en zonas calientes hiciera añicos la moral del sargento.
«Nos enteramos de lo que pasa cada día en Afganistán leyendo las noticias, pero es totalmente diferente cuando se escucha a alguien que ha estado realmente allí», aseguró ayer el abogado John Henry Browne tras su primer encuentro con el acusado. Bales está recluido en la cárcel de la base militar de Fort Leavenworth (Kansas), la única prisión de máxima seguridad que dispone el Departamento de Defensa estadounidense en el país. Se trata de la misma instancia penitenciaria donde se encuentra encarcelado el analista militar Bradley Manning, acusado de filtrar miles de documentos clasificados a la organización Wikileaks.
Preocupado por establecer una línea de comunicación sincera con su cliente, Browne ha insistido en que el objetivo de su primera entrevista no era indagar en los detalles de lo sucedido en Kandahar. Ante el escenario dibujado por los militares norteamericanos favorables a una sentencia ejemplificadora, incluida la pena de muerte, la defensa quiere tiempo para conocer a fondo el personaje, escuchar de primera mano las interioridades que transformaron a un soldado ejemplo de liderazgo y buen hacer entre sus compañeros en la mente compulsiva que se llevó por delante tantas vidas inocentes.
Su familia y amigos no dudan que la guerra tiene la culpa de todo. Después de tres campañas en Irak, donde el soldado estuvo implicado en duros combates, y un cuarto despliegue en Afganistán a donde no quería ir, llegaron graves problemas financieros que ponían en riesgo la propiedad de la casa en la que vivía con su mujer y sus dos hijos pequeños. En esos despliegues, además, Bales perdió parte de un pie, sufrió una grave herida en la cabeza, vio como caían algunos compañeros a la vez que tenía que encargarse de retirar cuerpos de iraquíes muertos.