El capricho de Madonna
Actualizado: GuardarHace falta más que metro ochenta y siete para llegar a tocar el cielo. Hay que ser arrebatadoramente guapo, espabilado y muy currante. Lo primero salta a la vista, lo otro es lo que van diciendo de él. «La cámara le ama. Es uno de los chicos más adorables que jamás he conocido. Es sabio, leal y buen amigo». Palabra de Tom Ford, el otro 'padre' de Jon Kortajarena (Bilbao, 1985). El que le ha inyectado el veneno del cine, para que Jon nunca deje de soñar, como un niño chico.
El diseñador y director de cine norteamericano, el que vio en el top bilbaíno a un actor en potencia, habita el Olimpo por el que este Apolo de mirada salvaje y cuerpo de diez camina grácil pero con pies de plomo. Donde a Cavalli, a Armani y a Donatella Versace se les trata de tú a tú. Y también a Madonna, aunque no sea del gremio. El último capricho de la ambición rubia ha sido fichar a Kortajarena para su videoclip 'Girl gone wild'. Él ha colgado un jugoso adelanto de 27 segundos en su cuenta de Twitter -tiene 14.425 seguidores-. Sin comentarios, que es alérgico «a los chismes».
Nos quedamos con la duda de saber si a Madonna la llevaba también pegada en la carpeta del colegio. Esa que llenaba de fotos de cantantes y modelos, como cualquier adolescente. Entre los recortes, los apuntes de geografía y de matemáticas, aunque cuando le entró el veneno de la moda no tuvo ya tiempo ni ganas para hincar codos. «Recuerdo que una vez le llamaron para ir a un casting a San Sebastián el mismo día que tenía examen de recuperación de inglés. Él quería ir a la prueba como loco y su profesora le advertía que se centrara en los estudios y se dejara de chorradas. ¡Y fíjate ahora!», cuentan en el colegio de los Escolapios de Bilbao, donde Kortajarena acabó la escuela -hizo hasta segundo de Bachiller- y donde guardan un cariñoso recuerdo de él. «Nos encontramos una vez en Bilbao y vino a darme dos besos», se esponja una maestra.
Alguien con más ojo para la moda que sus profesoras de Escolapios se fijó en él en un evento en Barcelona al que Jon había asistido para acompañar a un amigo -tenía 18 años-. Roberto Verino le subió a la pasarela de Cibeles -hizo el primer desfile con Esther Cañadas- y de un día para otro Bilbao se le quedó pequeño. Del 'botxo' a la Gran Manzana a hacer las Américas y de ahí a cualquier rincón del mundo -pasa muchas horas de vuelo entregado a la lectura y recomienda 'Siddhartha', de Hermann Hesse, y 'Un grito al cielo', de Anne Rice-.
El sushi y Lanzarote
A sus 27 ya puede presumir -pero no es su estilo- de que le han vestido los mejores: Armani, John Galliano, Roberto Cavalli, Versace, Dolce & Gabbana... y ha sido 'partenaire' de las más guapas: Kate Moss, Irina Shayk (la novia de Cristiano Ronaldo)... -las fotos, en su web www.jonkortajarena.com- «Nada más verle supimos que era diferente. Y eso que llevaba el pelo largo y limita un poco, luego se lo cortamos y se abrieron todas las puertas», cuentan en su agencia de modelos, Sight Management.
¿Y cómo un crío feúcho del que su madre decía que era «todo boca» acaba estampado en las fachadas de los edificios de Nueva York? Pues porque «hay chicos guapos, atractivos, y luego está Jon». Dice Inés Sáinz, Miss España 1997, que «tiene un físico increíble y fuera de lo común». Y Verónica Martín, otra Miss nacida en Vizcaya, le ve también «mucho ángel». «Hay fotógrafos que calculan ocho horas de trabajo con él y acaban en cuatro porque Jon sabe darles lo que piden. Cree en sí mismo, tiene una autoestima grande, pero no es subido», advierten en la agencia.
Le preguntaban a Kortajarena en una entrevista por su papelito en 'A single man', la película de Tom Ford, y él contaba que «Colin (Firth) y Julianne (Moore)» le trataron como a un igual. Y uno puede ver en esa forma de llamarles por el nombre de pila ciertos aires o todo lo contrario. En este caso, es lo segundo. «Cuando estrenaron la película en Madrid tuvo el detalle de pedir a la productora que me mandaran una invitación de su parte. Sigue siendo el mismo», asegura Verónica Martín.
Mantiene la cuadrilla de siempre, y no perdona un poteo por el Casco Viejo cuando viene a Bilbao, su refugio -el otro es Lanzarote-. La mañana de domingo arranca con una ronda de pintxos entre amigos por la parte vieja de la ciudad -también se lleva a su perro-. Le pierde el sushi pero, sobre todo, las croquetas que preparan en el Txiriboga, rellenas de espinacas, de carne, de verduras... y una coca cola (light) o una cervecita (con limón) para alternar. Un plan de cine. Y ahí es donde quiere acabar -o empezar-. «Se ha puesto a estudiar Arte Dramático. Es su ilusión»... Pues a seguir soñando.