La lección de Afganistán
Cuando los vientos de guerra soplan sobre Irán, convendría reflexionar sobre los desastrosos resultados de las intervenciones bélicas contra los talibanes y Sadam Husein
MADRID Actualizado: GuardarLa matanza de 17 civiles afganos por un soldado norteamericano amenaza con acelerar la salida de las tropas de EE UU y sus aliados prevista en principio para el 2014. El episodio se une a otros incidentes, como la reciente quema de ejemplares del Corán en una base estadounidense y el vídeo en el que se ve a varios marines orinando sobre los cadáveres de varios talibanes. La sensación de fiasco es prácticamente unánime y ni el propio secretario de Defensa norteamericano León Panetta, que realizó un viaje sorpresa a Kabul el miércoles, parece creerse su propia retórica: “no nos impedirán cumplir con nuestra misión”. Quizá lo único que pretenda es evitar la impresión de una huida.
Esa misión hace tiempo que sucumbió víctima de una realidad indómita y los despropósitos de la intervención bélica. Cambiar la cultura ancestral de un país por la fuerza de las armas en una sociedad desestructurada y marcada profundamente por la violencia estaba abocado al fracaso. Al final los progresos realizados en la reconstrucción y democratización del país, en los han participado de manera tan positiva tropas españolas, quedan empañados por la violencia e hipotecados por un futuro sombrío
Estados Unidos se apoyó en los señores de la guerra enemigos de los talibanes para ganar la contienda y al final ha propiciado el surgimiento de nueva aristocracia corrupta y enriquecida encabezada por el presidente Hamid Karzai. Hoy esos señores de la guerra, a los que diferentes asociaciones coordinadas por la Organización Independiente de Derechos Humanos de Afganistán acusa de crímenes de guerra y amenaza con llevarles ante la Justica internacional, son los que van a participar con los talibanes en una ‘negociación de paz’.
La metáfora de 'Restrepo'
Una metáfora magnífica de lo que ha sido la intervención militar en Afganistán la podemos ver en el documental ‘Restrepo’, codirigido por Sebastián Junger y el fotorreportero Tim Hetherington (fallecido mientras cubría el conflicto libio). Los aldeanos perdidos en las montañas ven a los soldados norteamericanos y sus sofisticados pertrechos como marcianos. Las miradas y los diálogos imposibles describen perfectamente el abismo que los separa. Por muchos caminos que les construyan los militares, con grave riesgo de sus vidas, al final lo que más peso tiene es el efecto de la violencia, los llamados efectos colaterales: lugareños muertos, niños heridos, casas destruidas y una vaca muerta. Mientras, los jóvenes soldados estadounidenses tratan de sobrevivir como pueden atrincherados en sus fortines y cazar a un enemigo que rara vez ven pero que les provoca un continuo goteo de bajas.
Cuando los vientos de guerra vuelven a soplar en la zona, con Irán como objetivo, convendría tener muy en cuenta no solo el desastre de Afganistán, sino también el de Irak, donde los asesinatos sectarios y las violaciones de los derechos humanos se han convertido en algo tan cotidiano que apenas tienen relevancia en los medios. La invasión israelí del Líbano puede servir también de precedente a tener en cuenta por Netanyahu a la hora de decidir el ataque contra las instalaciones nucleares iraníes.