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ESPAÑA

El testaferro de Urdangarin tira de la manta suiza

El belga Robert Cockx reconoce que jamás trabajó para Aguas de Valencia y que se llevó el 5% de los 375.000 euros evadidos

MELCHOR SÁIZ-PARDO
MADRID.Actualizado:

Sábado 3 de marzo. San Lorenzo de El Escorial. El fiscal anticorrupción Pedro Horrach y los agentes de la Unidad Contra la Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) acaban de aterrizar en Barajas y en cuestión de minutos se plantan en la puerta de un chalet sin lujos de la sierra madrileña. En esa vivienda los investigadores buscan la respuesta a la pregunta que una semana antes en los juzgados de Palma el duque había eludido: ¿A quién pertenece la famosa cuenta de Credit Suisse de Lausanne y para qué se utilizó?

Una cuenta de la que nadie habría sabido jamás su existencia si la asistente personal del duque, Julita Cuquerella, no hubiera escrito una nota en 2008, incautada por la Policía, y dirigida al dueño de Aguas de Valencia, Eugenio Calabuig, en la que le instaba hacer un pago en Lausanne por indicación de Urdangarin. «Iñaki me dice que tú ya sabes para qué es?», concluía aquella comprometedora nota.

El yerno del Rey, durante su interrogatorio, aseguró no tener ni idea de esa cuenta y explicó que, probablemente, fuera una indicación para que un jordano de nombre Massour Tabaa cobrara por algún trabajo a Aguas de Valencia, en el que el duque simplemente intervino para presentar a ambas partes.

Ni Horrach ni el juez José Castro creyeron una sola palabra del marido de la infanta Cristina, máxime porque para entonces ya conocían que esa cuenta pertenece a la sociedad 'Alternative General Service Limited', una firma radicada en Dublín a nombre del belga Robert Cockx, un conocido testaferro que reside desde hace años en El Escorial y que se dedica a crear sociedades en países de fiscalidad laxa para ponerlas a disposición de sus clientes. Una actividad legal para Cockx, aunque puede acarrear serios problemas con Hacienda a las personas que recurren a sus servicios, como ya ocurrió con los condenados del 'caso Banesto' para los que también trabajó el belga en los noventa.

El interrogatorio de Cocks no empieza bien. Su mujer, de nacionalidad española, cuando supo que el fiscal y la Policía iban a hacerles una visita coge el ordenador de su esposo y trata de ocultarlo en una bolsa de basura cerca de la piscina. Los agentes encuentran el portátil enseguida y copian toda la memoria. Al principio, Cockx, que no puede negar en modo alguno que 'Alternative' sea su empresa y que la cuenta esté a nombre de esa sociedad, no se aviene a colaborar y comienza a improvisar sobre la marcha una historia llena de lagunas. Asegura que él ha trabajado para Aguas de Valencia, que por ciertas gestiones había cobrado de Calabuig 375.000 euros y que lo había hecho en Suiza porque su empresa trabaja desde ese país.

De testigo a imputado

Horrach, ante las continuas contradicciones de Cockx, se enfada. Le dice que no le cree y que en ese mismo momento pasa de ser testigo a imputado en el 'caso Urdangarin'. El cambio de su condición aclara la mente al septuagenario belga y afirma que él no es más que un 'hombre de paja', que antes de este lío jamás había oído siquiera nombrar a Eugenio Calabuig ni a Aguas de Valencia ni a Massour Tabaa. Explica, ahora sí de forma coherente y con todo lujo de detalles, que desde hace años tiene subarrendada la cuenta de Credit Suisse a un socio español, el que supuestamente sí conoce a Urdangarin, para que la utilice con el cliente que quiera, siempre que no sea un «político ni un delincuente». Su negocio consiste en que se lleva el 5% del dinero que entra en esa cuenta.

Confirma que sabía que su empresa había girado tres facturas a nombre de Calabuig por 125.000 euros cada una y que, por esa operación, se había embolsado 18.000 euros. Luego, ese dinero había volado a otra cuenta. Si esa última cuenta era de Urdangarin, lo desconoce.

Con la versión del duque ya desmontada solo falta el interrogatorio de Calabuig. Al dueño de Aguas de Valencia, de vuelta en Palma de Mallorca, no hace falta presionarle porque tiene ganas de contar como el duque le sableó 375.000 euros por estudios de trasvases de ríos en Jordania e inversiones en Marruecos y Portugal que nunca llegaron a nada. Calabuig admitió la semana pasada haber pagado en Suiza al duque siguiendo sus propias instrucciones y contra facturas que emitía la empresa de Cockx por conceptos de lo más variado.

El viaje a El Escorial ha resulto el misterio de la cuenta de Laussane y complica más la situación del yerno de don Juan Carlos.