«Le pusimos Alaitz porque en euskera significa alegría»
Los padres de la pequeña son una pareja de Cataluña que quería para su hija un nombre en lengua vasca por la sonoridad del idioma
Actualizado: Guardar¿Qué hace una niña catalana llamándose Alaitz? ¿Serán de familia vasca? Pues no. La madre de la pequeña es una mujer de 33 años de Barcelona de toda la vida. Se llama Mónica Colomina. Su marido, que tiene raíces extremeñas y andaluzas, tampoco tiene nada que ver con Euskadi. A ella le hubiera gustado para su pequeña un nombre sonoro de origen medieval, pero a él no le convencía la idea.
En lo que sí coincidían es en que a los dos les atraían, y mucho, los nombres vascos. «Decidimos que íbamos a ponerle un nombre en euskera, porque todos los que sabíamos y los que íbamos conociendo nos sonaban muy bien. Nos gustaban todos», explicó ayer la madre.
Mónica trabaja en una empresa farmacéutica de las muchas que existen en la ciudad catalana y junto a ella lo hace una compañera de Bilbao que le iba asesorando en la elección del nombre. Cuando supo que la vida de su niña corría peligro, le pidió a su amiga vasca «un nombre bonito, poco común, que estuviera cargado de esperanza»; y sin saber siquiera si llegaría a nacer fue bautizada como Alaitz.
Llegó el día de la decisión. «Estábamos en la semana 20 de embarazo y era el momento de interrumpir la gestación o arriesgarse». No había demasiada elección. El equipo de Barcelona que iba a atenderlas había practicado ya alguna intevención fetal, pero nunca había llegado tan lejos como requerían los pulmones de Alaitz. La respuesta fue sí. «No tuve miedo, porque en ese momento sentí que yo solo era el contenedor de mi hija y que tenía que sacarla adelante. Me puse en sus manos y me sedaron».
Alaitz es ya una niña completamente normal, que ayer se dedicó a revolver lo que pudo en la sala donde el equipo médico y sus padres ofrecieron una rueda de prensa. Por precaución, no acude a la guardería en invierno, ni sale a la calle cuando hace demasiado frío. Seguirán esta norma hasta que cumpla dos años para proteger su sistema inmune. «Ella está fantástica y nosotros, locos de contentos».