Esculturas efímeras de origami
Lola Guerrera muestra en la Kursala el resultado de sus instalaciones de pájaros de papel en plena naturaleza
CÁDIZ.Actualizado:De tradición eminentemente analógica pero para nada enemiga de las nuevas tecnologías, la fotógrafa cordobesa Lola Guerrera buscaba embarcarse en un proyecto que exigiera la creación manual, casi artesanal, de una obra de arte. Así nació 'Delicias en mi jardín', una serie de instantáneas que recogen las instalaciones efímeras de la artista en plena naturaleza. Estas esculturas fueron realizadas a partir de pájaros de papel confeccionados siguiendo la técnica del origami japonés. «Aprendí a base de tutoriales de YouTube», recuerda entre risas Guerrera, que fabricó en su casa 400 de estas aves, que luego unía con cuerdas entre sí para intervenir en diversos espacios naturales españoles.
«Estas imágenes se pueden conseguir también con Photoshop, pero no quería hacerlo de esa manera, quería elaborar las figuras yo misma», explica la artista, que hasta final de mes expone su colección en la sala Kursala de la Universidad de Cádiz. «Es el resultado de una necesidad mía, que buscaba devolver el papel a su lugar de origen como una forma de cerrar el círculo». Además, las piezas pretenden romper con la mecanización de los procesos industriales.
Algunas de las instalaciones, una vez terminadas, eran abandonadas in situ, para que fueran desapareciendo poco a poco, mientras que otras la autora se las llevaba consigo una vez tomaba las fotografías. De ahí el componente efímero de la obra.
La fotografía que interesa a Guerrera es construida, inventada, «proviene de mi imaginario», asegura. En su anterior proyecto, 'Cotidianidades', ya usó el origami en sus creaciones, que siempre combinan la fotografía, la escultura y la instalación en vivo.
En cuanto a los enclaves elegidos por esta joven creadora, algunos son cañaverales cercanos a playas malagueñas, parques y también un paisaje tan peculiar como el Torcal de Antequera, «un lugar emblemático» famoso por sus formaciones cársticas. El común denominador a todos estos enclaves es que se trata de sitios inhóspitos, donde no hay presencia humana alguna. Sólo se aprecia la mano del hombre en una de ellas, donde aparece una vía de tren. Eso sí, todos son paisajes de gran belleza, muy sugerentes y evocadores.