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Una desangelada tarde de Fallas en la que destaca López Simón

VALENCIA. Actualizado: Guardar
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A pesar del lesivo castigo en puyazos traseros, el primero se dio con dulce alegría. Un toro que fue como un caramelo. Al segundo toro le pasó factura la sangría de varas, pero tuvo ganitas y duró más de lo que estaba previsto. El tercero, lindo torito engatillado, cobró trasero, como todos, pero fue, luego, pronto. Dechado de virtudes fue, en fin, un cuarto negro y bien armado. Excelente estilo.

El lote bueno cayó en manos del torero local, Pascual Javier, que no lo vio claro. Muy cortito afán, inseguridad, colocación inadecuada, la muleta como un parapeto. El toro de caramelo se le fue tal cual. Con el gran cuarto hizo un esfuerzo baldío.

El mexicano Sergio Flores y el madrileño López Simón compitieron en circunstancias parejas. Sergio Flores le pegó al segundo algunos muletazos al ralentí pero pareció incomodarle un viento molesto que lo descubría y el trabajo no tuvo ese fluido tan de las tardes buenas de Sergio.

Con el difícil quinto llegó sin embargo a dar la talla y, sin alardes, supo ajustarse, estarse firme sin violencias sino por convencimiento y gobernar la situación. El toro se soltaba o distraía al verse sometido.

Alberto López Simón fue el más distinguido de la terna. A poco más de la alternativa, ya anunciada para el jueves de farolillos en la Feria de Abril de Sevilla, no vino a Valencia a despedirse de rutina sino a confirmar sus muchas virtudes: valor sereno, aplomo, aguante, seguridad en sí mismo. Un capital, por tanto.

Alberto ha evolucionado para bien: ha ganado naturalidad y autoridad en la cara del toro, ha aprendido a tocar y a enganchar, y a hacer las dos cosas con vertical encaje. Ha aprendido también a andar mejor a la cara del toro.

Y a salir de ella. La expresión puede parecer todavía algo rígida, pero se vio en esta despedida de Valencia un torero con soltura, es decir, sentido del toreo: de las distancias y los tiempos. Novillero, por tanto, listo para llevar a cabo el salto de escalafón.

Muy fácil en faena templada y de recursos con el tercero de corrida, que le habría convenido mejor con menos castigo en varas; y caliente y atrevido con el difícil sexto, que no regaló ni un solo viaje, escoció lo suyo, punteó y recortó protestando.