Para no olvidarnos
Jerez Actualizado: GuardarSegún lo que dejaron escrito Plinio el Viejo y Cicerón, fue el poeta Simónides de Ceos quien inventó un método para que «lo que se había oído pudiera repetirse con las mismas palabras», al que ellos aluden como ‘el arte de la memoria’. Elevar esta facultad del hombre a arte no es desafortunado. Recordar puede considerarse un arte: el punto intermedio entre la inspiración y la dedicación, que tiene un porcentaje de intuición pero también otro tanto de destreza, de práctica, de esfuerzo. No es un quehacer fácil, sino comprometido y valiente.
Ese Simónides fue el mismo que dejó grabada la lápida famosa de la Batalla de las Termópilas: «Oh, extranjero, informa a Esparta, si pasas por allí, que aquí hemos caído defendiendo su ley». Era una especie de ‘No me olvides’, un conjuro mágico que, de hecho, hasta hoy ha salvaguardado la memoria de los audaces hoplitas espartanos. Si a esto unimos que fue este mismo poeta griego quien dio una definición de la justicia tan lúcida entonces como válida ahora («es la obligación de dar a cada uno lo que se le debe»), pienso que hacemos bien en traer a esta columna, en este año de disparate y de seísmo, su nombre.
Porque sigue siendo necesario, urgente, recordar con exactitud cada uno de los datos que nos han conformado como quienes somos. Porque el olvido hace que repitamos los errores históricos, políticos, económicos y personales. Porque para caminar hacia el futuro hay que observar dónde hemos caído y desde dónde nos hemos levantado. La historia de España está ahí, con sus crisis, sus transiciones, sus años de penuria, sus logros también y sus victorias sobre la grisura. Y olvidar es perderlo todo: lo que pasó y lo que debería suceder. No nos pongamos (ni nos dejemos poner) las anteojeras.