El acusado llega a la sala de vistas con el rostro tapado para evitar ser identificado. :: EFE
juicio al ciberacosador de chipiona

«Me amenazó con quitarme todo pero no le di importancia, pasa a diario»

Doce víctimas del acosador de Chipiona relatan en el juicio que se celebra en Madrid el calvario que les hizo pasar el acusado

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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La víctima del ciberacosador de Chipiona, cuya denuncia desencadenó la investigación del caso, dijo ayer que le llegó a enviar, «bajo amenazas y coacciones», hasta tres o cuatro vídeos de carácter pornográfico a la semana durante cuatro meses en 2008. Así lo expresó ayer en la cuarta sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid a Jorge M.C. para quien la Fiscalía pide 359 años de cárcel por los delitos de elaboración y difusión de pornografía infantil, amenazas graves, vejaciones injustas y descubrimiento y revelación de secretos.

Esta joven madrileña, de 21 años, que estuvo acompañada de sus padres y su psicólogo, testificó, visiblemente afectada, a puerta cerrada y detrás de un biombo para evitar el contacto visual con el acusado. La chica explicó que contactó con Jorge a través de Messenger «pensando que era una chica de Málaga» y le envió una fotografía en la que se le veía el pecho, como indicó su abogada, Carmen Carcelén.

La joven manifestó que se sentía «amenazada y coaccionada» porque el acusado, de 27 años, tenía acceso a todos sus datos personales y sus cuentas. Detalló que, entre febrero de 2008 y mayo del mismo año, cuando denunció los hechos, envió a Jorge tres o cuatro vídeos pornográficos, la mayoría masturbándose, cada uno de ellos de unos cinco minutos de duración, mientras él la amenazaba con difundir este material y contárselo a su familia. Jorge la obligaba a estar conectada hasta las cuatro o las cinco de la madrugada, por lo que la joven llegó a proponerle que le enviaría los vídeos antes de las doce de la noche porque tenía que descansar para poder ir al instituto al día siguiente.

A consecuencia de los hechos, esta joven, que ha llegado a cambiarse de casa después del «acoso», ha sufrido estrés postraumático y ha estado en tratamiento psicológico durante aproximadamente un año.

Otra de las víctimas que declaró ayer aseguró que el ciberacosador le pidió que le enseñara sus partes íntimas bajo amenazas de que le iba a quitar toda la información del ordenador. «Pero no le di importancia, porque eso pasa diariamente».

Otra de las chicas representadas por la acusación particular, que sí ha tenido contacto visual con el acusado, declaró que a través de su cuenta de Hotmail tenía una relación de amistad con un joven que un día le pidió que le enviara fotos desnuda y que le pusiera la webcam para hacer «un vídeo erótico», bajo la amenaza de que le iba a quitar su cuenta.

Ataque informático

Esta joven de Alcalá de Henares (Madrid) dijo que después de negarse, se encontró con que su ordenador se había apagado completamente y perdió sus imágenes y vídeos personales con su familia y amigos.

En la sesión de ayer también prestó declaración otra chica, quien confirmó que perdió su cuenta, con todos sus documentos, después de negarse a enviarle al acusado fotos desnuda. El fiscal recordó que en el ordenador del acusado fueron encontradas tres fotografías de esta joven, que ha afirmado que las tenía en su escritorio del ordenador, pero no en su cuenta.

Durante la jornada de ayer testificaron una docena de víctimas más -dos de ellas en persona y el resto por videoconferencia desde diferentes ciudades españolas-, así como dos chicos, quienes han declarado que en 2008 les quitaron sus cuentas en Internet.

Según el fiscal, el procesado durante la segunda mitad de 2007, 2008 y comienzos de 2009 ocultó en internet su verdadera identidad y edad, utilizando fotografías de adolescentes o jóvenes. De este modo, contactó en distintos sitios web, con personas, muchas de ellas menores, con las que iniciaba conversaciones en el messenger. En éstas, el acusado charlaba sobre cosas diversas y también temas sexuales. Al mismo tiempo, conseguía las contraseñas personales de las víctimas. Una vez que tenía el dominio de las cuentas, les hacía ver a sus usuarias que disponía del contenido de los mensajes para chantajearlas.