'Al calor' de la gran tormenta
El escudo magnético de la Tierra desvía la mayor llamarada solar desde 2006La radiación que causa este fenómeno puede originar problemas en los satélites, el tráfico aéreo y la red eléctrica
MADRID.Actualizado:Tras meses de amenaza el Sol finalmente ha cumplido con los pronósticos de los astrónomos y ha enviado a la Tierra una de las más intensas llamaradas solares que se recuerdan en los últimos años. Concretamente, esta, que azotará el planeta hasta hoy, ha alcanzado una fuerza de 3 sobre una escala de 5, la mayor desde diciembre de 2006.
El término 'llamarada solar ' invita en un principio a la preocupación. Significa que desde que el Astro Rey registrara el pasado miércoles una gigantesca explosión en su superficie, ha dirigido hacia la Tierra una energía equivalente a la millones de bombas de hidrógeno compuesta por electrones, protones e iones lanzados a velocidades cercanas a la luz y cargados de radiación.
La realidad y la naturaleza hacen sin embargo que los efectos de una tormenta de estas características se reduzcan considerablemente. El Sol, con unos ciclos constantes y alternos de once años de baja y alta actividad, lleva golpeando la Tierra desde sus orígenes con continuas llamaradas. Pero el planeta hasta ahora apenas ha sentido sus consecuencias. Lugares como Marte o la Luna se ven permanentemente sacudidos por la radiación que fluye por el espacio -originada tanto por el Sol como por los otros millones de astros del universo-. Sin embargo, la Tierra goza de un escudo particular. Su campo magnético impide que la radiación afecte a la superficie y a los seres vivos que la habitan, cuya existencia sin él sería imposible.
Los daños más importantes se pueden producir en los límites de este escudo natural, tanto para las personas como para los ingenios mecánicos que allí se encuentran. Aunque, en esta ocasión, hasta el momento no se han hecho públicos daños relevantes en la flota de miles satélites artificiales que orbitan la Tierra, estos son las principales víctimas de las tormentas solares. En concreto afectan a sus sistemas de control y navegación, inutilizándolos y pudiendo producir, incluso, su caída sobre el planeta. Como segunda consecuencia, un fenómeno de este tipo también puede originar serios problemas en el tráfico aéreo en el hipotético caso de que una avería de los satélites afectase a sus sistemas GPS. Ante este supuesto, diversas compañías han venido desviando durante los últimos días sus aviones de las rutas cercanas a las zonas polares, donde los efectos se sienten con mayor intensidad.
Peligro en la ISS
En cuanto a los seres vivos, los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS) son los únicos que pueden verse directamente afectados por la radiación. Para evitarlo, los momentos en los que una tormenta alcanza una intensidad crítica se refugian en una estancia de la ISS especialmente protegida. En caso de ser lo suficientemente potente y llegar a la superficie del planeta, la red eléctrica también sufriría las consecuencias de una tormenta . La sobrecarga de la red inutilizaría los transformadores y produciría grandes apagones.
Según ha demostrado la experiencia, dentro del escudo protector del campo magnético los efectos de una tormenta solar , aunque sea tan potente como la última, se limitan al placer de contemplar espectaculares auroras. De ir algún día más allá y afectar a la red de satélites -como vaticinan algunas teorías- el ser humano podría retornar a una Edad de Piedra Tecnológica. «La distribución de agua se vería afectada durante varias horas; habría carencia de alimentos y de medicamentos perecederos entre 12 y 24 horas y también pérdida de acondicionadores de aire y aparatos de calefacción, además de problemas en los drenajes, en el servicio telefónico, en el suministro de combustible, etcétera», destacó la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos en un informe de evaluación de riesgo realizado a petición de la Nasa. De momento, la última muestra de poder del Sol no ha originado nada que lamentar.