DE REY A VILLANO
Actualizado: GuardarLlegó haciendo ruido, mucho ruido. Cuando Manolo Lores aterrizó en el Racing Portuense en el año 2004, el conjunto rojiblanco deambulaba con honradez por Tercera y con la sombra de la antigua Regional Preferente al acecho. Una realidad irrisoria para un mandamás que llegaba dispuesto a dejarse los cuartos para llevar en volandas al equipo de su tierra hacia la Liga de Campeones. Y todo ello con un faraónico estadio para el futuro como carta de presentación. Ni más ni menos.
Por aquel entonces los billetes corrían como la pólvora por sus manos. Todo era alegría y felicidad en una época en la que el 'Rey Lores' era agasajado al llegar a su ciudad natal. Tal es así que algunos tiraban sus abrigos al suelo para que el 'monarca' no se llenara los pies de barro, mientras la gran mayoría sacaba a hombros al héroe del coliseo de Valdelagrana tras consumarse el ansiado ascenso a Segunda B.
Se trataba de una 'adulación necesaria' para una afición acostumbrada a pasar muy malos tragos a lo largo de su historia. Al fin y al cabo, Lores hizo posible que en El Puerto se empezara a olvidar la fatídica leyenda del Alavés, la misma que sigue lastrando a una entidad que supera los 80 años.Y todo ello fue gracias a un equipo de ensueño liderado por Burgueña que jugó ante el Valencia en la Copa del Rey y se quedó muy cerca de superar su histórica barrera liguera en Vallecas.
Ahí se tocó la cima y empezó un declive progresivo. Del todo se pasó a la nada, las deudas afloraron y las ilusiones se borraron de un plumazo. Del barco se marcharon todos los 'chupópteros' que acompañaron al 'rey' desde el minuto uno, y éste se convirtió en villano por méritos propios.
Al final, ese cuchillo que nadie puso sobre la yugular del 'monarca' para que invirtiera su fortuna es el que él ha utilizado para herir de muerte, y de manera premeditada, a una entidad octogenaria. Ahora su reflote parece más complicado que el del Vaporcito en una ciudad que pierde sus señas de identidad minuto a minuto.