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DEVOTIO MODERNA

¿TEMPLO ABIERTO?

ELENA GONZÁLEZ
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La procesión es una manifestación cultural de cristianos que participan en una marcha religiosa formando un cortejo en torno a una imagen. Toma auge a partir de la Contrarreforma, por influencia de la religiosidad barroca, cuyo fin es excitar la piedad del pueblo. Lo más importante en este caso son las imágenes y su aderezo, que se exponen públicamente como si resultara un altar móvil por nuestras calles, conmoviendo al que lo contempla.

Pero, como espectadores, ¿tenemos sensación de ver un templo abierto? Puedo hablar de la Semana Santa gaditana porque no me voy fuera, me gusta poder disfrutarla sin necesidad de tener que emigrar, pero cada vez cuesta más. Si observamos los cortejos, parece que no somos conscientes de estar poniendo un altar en la calle porque no se le da la dignidad que merece. Ésto no es sacar muchos atributos reinventando la historia de una cofradía. Más bien, deberíamos atender otros detalles como los puntos de luz que deben acompañar a las insignias doctrinales, diferenciándolas de las histórico-sociales, formando un digno cuerpo de acólitos, de preste o manteniendo silencio debajo de un paso, por decir algo. En cuanto a la estética, algunos se excusan porque su sello es 'austero', pero no caemos en la cuenta de la austeridad barroca es muy diferente a la del s. XXI. Pero lo más chirriante es faltar a la liturgia: seguimos viendo niñas con dalmáticas, ornamento propio del diácono, y si se hace por aquello de la 'igualdad' no creo que la dignidad de una mujer consista en revestirse con ropa masculina. Todos estos detalles que pueden parecer nonadas estropean toda una cofradía aunque tenga la mejor imagen del mundo.

A ésto sumemos la eliminación de la 'Madrugá' cuando la jornada del Jueves Santo por la tarde y madrugada del Viernes son las jornadas fundamentales a partir de las cuales se extienden las estaciones penitenciales al resto de la semana. Me resisto a creer que Cádiz tenga que conformarse con una Semana Santa de segunda si tenemos la materia prima fundamental: imágenes barrocas extraordinarias y el mejor casco histórico que cualquier ciudad pudiera desear. Sólo falta cambiar la mentalidad.