Los números redondos de 'Anagrama'
El sello de Jorge Herralde alcanza los 500 títulos de 'Narrativas hispánicas', fiel espejo de nuestra realidad literaria y termómetro del talento narrativo en las dos orillas del español
MADRID Actualizado: GuardarEntre 'El héroe de las mansardas de Mansard' de Álvaro Pombo y la compilación de 'Antagonía' de Luis Goytisolo se encierran los 500 títulos de la colección 'Narrativas hispánicas' de 'Anagrama', aparecidos a lo largo de casi treinta años. Su editor Jorge Herralde (Barcelona, 1936) ha hecho de esta colección un fidedigno espejo de nuestra realidad literaria y un termómetro de su talento y su vigor en las dos orillas de nuestra lengua. A lo largo de tres décadas ha descubierto e impulsado a nuevos narradores y ha puesto en valor a los consagrados. Un milagro doble, por la calidad editorial de su empeño y la continuidad de uno de los escasos grandes sellos españoles que no están aun bajo la férula del un gran grupo o una multinacional.
Un punto y seguido llega con 'Antagonía', el gran desafío narrativo de Luis Goytisolo, que reúne sus cuatro entregas en un único y gran volumen de más de un millar de páginas para celebrar al redonda cifra de los 500 títulos de la colección. La aventura se puso en marcha en noviembre de 1983 con la publicación de 'El héroe de las mansardas de Mansard' de un casi desconocido Álvaro Pombo que se adjudicó entonces el primer premio Herralde de novela.
Jorge Herralde había iniciado su andadura editorial en 1969 desde un compromiso casi militante. Necesitó más de una década para dar paso a la ficción en un sello inicialmente consagrado al ensayo político y filosófico en dos colecciones memorables 'Argumentos' y 'Cuadernos'. El vuelco que dio la sociedad española y su sensibilidad política en los últimos setenta y el primer desencanto político de la Transición invitaron al joven Herralde a repensar su línea editorial. La reducción en la publicación de ensayos se haría pronto inversamente proporcional al aumento de las ficciones. La literatura de calidad era ahora el objetivo de un Herralde que apostó por la savia innovadora y pujante de una narrativa a veces más comprometida que los ensayos.
Para poder ofrecer un canal a esa vivificante savia de la joven narrativa hispana. Herralde tuvo que afianzarse económicamente. Fue posible gracias a exitazos importados como 'La conjura de los necios', de John Kennedy Toole -con ventas millonarias-, las novelas de Patricia Highsmith que encadenó tras 'Extraños en un tren', y el inesperado 'pelotazo' que supuso la irrupción en el mercado español de Charles Bukowski a través del sello de Herralde. Fueron los puntales del éxito de Herralde y aun hoy todos siguen siendo 'long sellers' y un activo que contribuye a la cuenta de resultados.
Codazos
Herralde debía abrirse paso a codazos en el campo de la narrativa en español, un terreno en que le llevaba mucha ventaja la competencia. No podía tirar de chequera -la generosidad con sus autores nunca ha sido fuerte-, de modo que su formula fue alternar el talento emergente, dando cancha a jóvenes y desconocidos narradores, con los valores seguros. No tuvo pudor en levantar el hacha de guerra y atraer a su proyecto a autores que hasta entonces publicaban regularmente con otros sellos pero que no estaban satisfechos, como Carmen Martín Gaite o Josefina Aldecoa. Descube Herralde nuevos talentos pero da también una segunda oportunidad a escritores medio arrumbados por la vorágine editorial como Augusto Monterroso, José Manuel Caballero Bonald, Alfredo Bryce Echenique, o Esther Tusquets.
A mediados de los ochenta Herralde pisa fuerte y es uno más de la poderosa brigada editorial catalana e independiente que conforma junto a Carlos Barral, Beatriz de Moura o Esther Tusquets, los responsables de 'Barral', 'Tusquets' y 'Lumen', entre otros sellos. Para entonces el desaparecido José Manuel Lara Hernández, el fundador del imperio Planeta, habla ya de "la peste amarilla" para referirse a 'Anagrama', que encadena éxitos y encuentra filones invisibles para los demás.
El premio Herralde y la colección no dejan de enriquecerse con autores de las dos orillas, como el mexicano y futuro Cervantes Sergio Pitol; el jovencísimo Javier Marías, que ganó el Herralde en 1986 con el 'Hombre sentimental y que 'desertó' de la casa para recalar en 'Alfaguara' dos década después, o el también futuro desertor Enrique Vilá-Matas, que se dio a conocer en el sello con la 'Historia abreviada de la literatura portátil, que se adjudicaría el Herralde en 2002 con 'El mal de Montano' y que hoy publica en 'Seix Barral'.
En la nómina del premio Herralde y en el catálogo de 'hispánicas' están Luis Goytisolo, Félix de Azúa, Miguel Sánchez Ostiz, Justo Navarro, Antonio Soler, Jaime Bayly, Rafael Chirbes, Javier Tomeo, Soledad Puértolas, o el malogrado Roberto Bolaño -que lo ganó con 'Los detectives salvajes' en 1998 pero que había publicado antes 'Estrella distante' y 'Llamadas telefónicas' y se consagraría con '2666'-, Juan Villoro, Belén Gopegui, Ignacio Martínez de Pisón, Marcos Giralt Torrente o Manuel Gutiérrez Aragón.