LA RUTA DE LA MÚSICA
Actualizado:Me he propuesto que en estos tiempos de crisis, lo mejor es que cada semana incluya en mi crónica un tema o noticia positiva, esas que a veces son difíciles de publicar en los medios porque no venden, no tienen morbo o, simplemente, interesan sólo a un sector de la sociedad sin voz pero con voto. Y eso, no lo deben olvidar los políticos. En fin, hoy me estreno con una noticia que creo tendrá trayectoria. No sé si política pero sí, al menos, aporta originalidad a una ciudad que este año tiene que aprovechar el talento de los gaditanos para sobrevivir a la prima de riesgo, a la sobrina y a la madre que la vio nacer. Hay un grupo de gaditanos que trabaja ya en un proyecto que dará que hablar o, al menos, dará que cantar. Se trata de una "ruta de la música' para Cádiz, una ciudad donde los acordes andan a sus anchas por cada esquina y forman parte de la genética de muchos gaditanos. Cualquiera que ande por esta ciudad, por aquellos lugares que no recoge el callejero, sabe de lo que hablo. Aquí la música forma parte del curriculum oculto de muchos gaditanos que, con una guitarra o un acordeón son capaces de hacer olvidar al personal que la hipoteca y las deudas restan peso al carro de la compra. Dentro de esa ruta de la música, esta semana que entra se inaugura en El Flamenco, en el lado negro del Paseo Marítimo (para aquellos que todavía no lo han descubierto), una exposición de la artista Eva Angosto titulada "Sinfonía de manos", acuarelas basadas en una técnica de cerámica donde la pintora muestra manos de músicos con distintos instrumentos, homenaje a su padre, un fantástico músico al que la artrosis le impide mostrar la expresividad de sus manos cuando acuna una guitarra entre sus brazos. Esta ruta de la música, algo tan universal y tan tangible en esta ciudad, puede suponer una oferta más para aquellos que visiten Cádiz, la cuna de la Libertad y de tantas otras cosas, un lugar con tantos parados por metro cuadrado como músicos anónimos.
Wikiliki 'dersas'
Bueno, no crean que me iba a olvidar esta semana de mi wikiliki, por mucho que algunos intenten con malas artes impedir que escriba sobre ello. Si lo pongo en una balanza, compensa, pese a quien pese. Sé que a veces me equivoco, y lo reconozco, pero yo no tengo en mis manos la salud de cientos de ciudadanos, ni su calidad de vida ante una enfermedad, ni la inquietud de tantas familias que sólo buscan sobrevivir con un sueldo mileurista que les garantice llenar la nevera a fin de mes. Sólo tengo en mis manos la voz de quienes no pueden alzarla por miedo a quedarse con lo poco que tienen, de aquellos que lloran en silencio las injusticias de sus jefes y el maltrato de quienes anteponen su cuenta corriente al bienestar del prójimo. Es tan simple como eso, pero siento que debo hacerlo e, insisto, puede que, a veces, me equivoque. Da igual que lo mismo da, que un alto cargo directivo del Hopital Puerta del Mar, haya sido o no Director Gerente Provincial o personal subalterno, yo como neófita en la materia puedo equivocar un cargo o incluso dos. Me puedo incluso permitir el lujo de perderme entre tanta jerarquía y burocracia duplicada. El problema de la administración es que, los altos cargos, vienen nombrados desde Sevilla por el cachet político y, cuando se tiene la última palabra en aspectos tan graves de la sociedad como pueden ser la educación o la sanidad, detrás del cargo político debe haber un funcionario de carrera, que conozca la legislación y las necesidades, que haya llegado hasta ese puesto por méritos y capacidad, en oposiciones libres y procesos selectivos transparentes y que, cuando se maree la aguja y se produzca una alternancia política, el alto cargo se marche, junto con su partido político, pero se quede el funcionario de carrera. Ése debe ser el verdadero camino de la administración pública. En este punto el que la lleva, la entiende. Me critican que hable de recortes en la Sanidad, pero les aseguro que hablo con conocimiento de causa y reconociendo que los profesionales sanitarios de este país son de primer nivel. El problema no es ese, el problema está cuando el profesional asume funciones de político para garantizarse que el rojo sólo aparezca en su cuenta corriente cuando el banquero subraye su saldo positivo con un pilot de tinta líquida. Y por eso, tengo que denunciar en nombre de tantos otros que no pueden. Sigue amaneciendo cada día, las sillas de las múltiples salas de espera, con el panfleto que publicó el CSIF, para tranquilidad de los trabajadores que se enfrentan a las largas colas de usuarios a los que difícilmente se les puede ayudar, por falta de medios ya que, hay escasos huecos para quirófanos, apenas se abren agendas de citas, las pruebas diagnósticas son cada vez menos y a un plazo más largo, y la falta de personal es cada día más insufrible. Extraña que los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO, tan activos en otras ciudades y en otras luchas como la enseñanza, en este caso, no abran la boca y den la callada por respuesta. Una vez abierta la veda por CSIF, hubiera sido lógico y honrado que, al menos, apoyaran el discurso o a los propios trabajadores, pero no ha sido así. Es más, o hacen mucho trabajo de campo o las puertas de las sedes sindicales están demasiado tiempo cerradas. Será para evitar tener que encarar a los trabajadores que ven como su contrato se ha extinguido, como el contrato que han firmado es por una jornada parcial, o como otros compañeros, con menos puntuación en la ya famosa Bolsa Única, ocupan el puesto que a ellos les correspondería por méritos. Desde luego, es difícil enfrentarse a un trabajador estafado, ninguneado, cabreado y con miedo. Miedo al sistema y a que el sistema le deje fuera.