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La bailaora puso de relieve su ascendencia malagueña, una tierra con un arte peculiar, diferente. :: ESTEBAN
Jerez

La lucha interior como vehículo de expresión

La malagueña Rocío Molina explora en su nuevo montaje los cambios en su vida, su cuerpo y, cómo no, su baile

MARÍA JOSÉ PACHECO
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La ventaja de haber visto crecer en los escenarios a una artista del calibre de la bailaora Rocío Molina es que se comprende a la perfección que la evolución vital y la profesional van de la mano, y que cada espectáculo que pone en pie con un talento mayúsculo -ése que pese a su juventud ya la ha hecho merecedora del Premio Nacional de Danza- es el reflejo de su interior.

Y en esta ocasión, la «niña querida» del Festival de Jerez quiere compartir con el público su conflicto interior. «Vais a ver mucha lucha, pelearme con mi cuerpo, con mi sonido», aseguró la joven bailaora al hablar de 'Vinática'.

Esa pelea que ayer explicaba con pasión corresponde con la época «más conflictiva» en su relación con el baile, sobre todo por los muchos cambios experimentados por la edad o por el fluir de la vida. Será, como dijo, una parte distinta de ella misma que no había mostrado antes.

Ese conflicto interior de 'Vinática' alcanza hasta el silencio. «No lo encontraba» y la fórmula que ideó para hallarlo fue jugar con el ruido, y establecer una pugna «para ver quién dominaba a quién: si el ritmo a mí o viceversa».

Esta noche también dará más protagonismo al cante entre zambras, cantiñas o bulerías. Y sonará la voz de otro prodigio de su generación, como ella, el cantaor jerezano Jesús Méndez.