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Sociedad

Internet se cuela hasta la cocina

Las estadísticas señalan que en 2020 podría haber hasta 50.000 millones de dispositivos conectados a la Red en todo el mundo El sector tecnológico se prepara para el asalto a los hogares tras la invasión de los 'smartphones'

MICHAEL MCLOUGHLIN
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«Si no entramos en los hogares, tendremos la sensación de que todo ha fracasado», reconocía Andy Rubin, responsable de producto de Android. Con la revolución de los teléfonos inteligentes convertida en una inapelable realidad y el fenómeno de las tabletas carburando para erigirse como la próxima gran moda, teleoperadoras, fabricantes y demás sujetos que conforman el entramado de la industria tecnológica han dibujado este año en el Salón Mundial del Móvil sus planes para su próximo gran objetivo: una vida completamente conectada. «Si no tenemos la imaginación suficiente otra empresa se nos adelantará», afirma el directivo de Google.

En este escenario ningún elemento de la vida doméstica escapa a los efectos de Internet. Hay quien pronostica que en 2020 habrá 50.000 millones de dispositivos conectados a lo largo y ancho del mundo. Más de 4.500 millones se comunicarán entre sí desde el ático hasta el garaje, pasando por la cocina para construir un paraíso de la domótica sembrado de cámaras inteligentes en el que no se deje de recolectar e intercambiar datos. Con una tableta cualquier persona podría controlar y programar desde la oficina lo que pasa en su casa: subir persianas y encender las luces. Incluso, manejar el termostato gracias a un sistema que te puede alertar de cuantas veces se ha abierto el botiquín en casa del abuelo. Algunos de estos inventos han llegado ya y otros están en la bandeja de entrada esperando su turno.

En el horizonte se perfilan frigoríficos que controlan la fecha de caducidad de los productos solo con escanear la etiqueta, sugiriendo diversas recetas en función de la siguiente visita al supermercado. Pero a día de hoy necesitan la interacción humana y no conocen automatismos. El precio por estas funcionalidades resulta demasiado alto para el maltrecho momento que pasa la economía de muchas familias: «No creo que la crisis afecte al desarrollo de la tecnología», comenta Christy Jones, que participa en uno de los proyectos de AT&T. «Claro que habrá que lograr unos productos que tengan precios adaptados a lo que pida la gente», añade, mientras muestra la posibilidad de abrir la puerta de casa desde el gimnasio después de comprobar por una cámara quién ha tocado el timbre.

Esta es una idea similar a la de la compañía asiática KJ. Gracias a la tecnología NFC, convierte el 'smartphone' en una llave que también permitiría enviarla a conocidos y amigos configurando si se trata de un acceso permanente o con fecha de caducidad. Entre otras funciones, permite utilizar el dispositivo como tarjeta de crédito y la posibilidad de saber quién te envía un ramo de flores y consejos para cuidarlas. Otro de los negocios que empieza a considerarse con fuerza es el de la 'salud móvil', que en tan solo cinco años podría mover más de 23.000 millones de dólares en todo el mundo, debido a dispositivos que conecten a pacientes y médicos a través de la nube, entre otros servicios. De esta forma se podrían extender recetas a distancia o hacerse el seguimiento, por ejemplo, de los niveles de glucosa de un niño diabético.

La web social de las cosas

«La interacción entre las personas y sus objetos llegará en pocos años y será muy importante en nuestras vidas», sostiene Hans Vestberg, consejero general de Ericsson, que se aventura a decir «que el cuerpo humano podría ser utilizado como un cable» haciendo posible «transmitir información solo con apretón de manos». Entre sus proyectos, incluyen lo que han bautizado como la 'Web Social de las Cosas', una especie de red social en la que entre tus contactos estaría tu horno o tu lavavajillas. Si tiene pensado poner una lavadora, esta podría avisarle en el momento en el que menos consumo eléctrico supusiese hacer la colada. La idea es extendible a todo tipo de dispositivos, como maceteros que tuiteen cuando necesitan agua. Vesterberg avisa de que hay que trabajar para conseguir redes con «más potencial y más velocidad» para soportar «el flujo de datos que todo esto genere».

Los coches no escapan a esta mutación. El bisnieto de Henry Ford, presidente de la compañía, presentó en Barcelona un coche con conexión a Internet que llegará a Europa este verano. El sistema, en caso de que tenga un accidente llama al servicio de emergencias y le comunica tu localización. Esto es posible gracias a una plataforma abierta a desarrolladores para que inventen aplicaciones de todo tipo.

Esta solo es la primera piedra del concepto de coche conectado que imaginan desde la factoría de Detroit. Hablan de automóviles que «intercambien datos» con señales de tráfico y con todo tipo de vehículos, de modo que puedan analizar información para evitar atascos y accidentes. Bill Ford invita al sector automovilistico y tecnológico «a trabajar juntos» para avanzar en esta idea pero ve «la diferencia de ideologías y regulaciones» como la gran traba para llevar a cabo esta transformación. ¿Y los coches que se conduzcan solos? Por el momento, no está tan claro. Apenas se habla de inteligencia artificial. Eso queda para el futuro.