Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
MUNDO

Los iraníes escogen entre Jamenei y Ahmadineyad

Las elecciones escenifican las diferencias entre el Líder Supremo y el presidente

Actualizado:

Los 47.000 centros electorales abrieron ayer sus puertas a las ocho de la mañana en todo Irán y el autobús de la prensa salió a las nueve. El Ministerio de Cultura y Guía Islámica emitió una circular para informar de que la prensa tenía acceso a doce centros de la capital y el recorrido empezó en el sur, en la mezquita de Lorzade, lugar emblemático de la revolución donde se organizaron importantes acciones contra el antiguo régimen del shá.

El día de las elecciones parlamentarias, las primeras desde la revuelta de 2009, se escenificó la ruptura entre el presidente Mahmud Ahmadineyad y el Líder Supremo del país, el ayatola Alí Jamenei. Los mandos policiales no tenían muy claro dejar entrar a los extranjeros a la mezquita, aunque finalmente accedieron. Desde un lado de la puerta un agente vigilaba el acceso ante un cartel enorme con unos dedos haciendo la señal de la victoria bajo el eslogan 'Despertar islámico', un guiño a las revoluciones árabes entre todos los demás carteles exhortando al voto.

El Líder Supremo votó a primera hora de la mañana. Fue la señal de salida para que sus fieles cumplieran con el guion y acudieran a las urnas, pues, como recordó el ayatolá Alí Jamenei, una elevada participación «enviará un mensaje a las potencias hegemónicas y será beneficioso para el futuro del país». Después del cisma provocado por las elecciones presidenciales de 2009, este es el termómetro que necesita el sistema para conocer el apoyo real con el que cuenta.

Ahmed Taheri, jubilado de 75 años y padre de un mártir de la guerra contra Irak, confesó que «es el mayor momento de presión internacional» que el recordaba y que por eso «se necesita un Parlamento fuerte y muy unido al Líder». Había votado por el Frente Unido Principalista, la lista del ayatolá Mahdavi Kani que se presenta como la gran favorita para obtener la mayor parte de los escaños y tiene un mensaje de censura contra el gobierno «por la difícil situación económica».

Las quejas contra el Ejecutivo de Ahmadineyad se repitieron en cada entrevista a pie de urna. El segundo centro que se pudo visitar es la Mezquita del Profeta, en el barrio de Narmak, al este de la capital. Mohamed Husein Hosrabi, de 19 años y votante primerizo, aseguró que su deseo es que en adelante se preste «mayor atención a los jóvenes» porque necesita trabajo. A su lado, Husein Delaram, estudiante de 23 años, hacía cola para votar en blanco porque no le convencía ninguno de ellos. «En 2009 había muchísima más gente que ahora, ni comparación, pero no sirvió de nada. El voto en blanco es la única forma que me permite ahora expresar mi rechazo a los que dirigen el país», explicó. El local era pequeño y las colas separadas de hombres y mujeres se alargaban por las aceras colindantes.

Participación

Pasado el mediodía, los medios oficiales comenzaron a hacerse eco de las palabras del portavoz del Consejo de Guardianes, Abbas Ali Kadkhodaii, quien informó sobre una participación del 51%, superior en un 9% a la de los comicios parlamentarios anteriores. La última visita de la prensa extranjera fue en la zona norte de Teherán, en otro edificio emblemático conocido como Husseinia Ershad, en cuyo interior la presencia masiva de periodistas dificulta incluso el voto de los ciudadanos.

Cuando concluyó la ruta oficial y la visita a los centros con gran apoyo popular al régimen, un paseo por la ciudad ofreció una imagen diferente, con unos ciudadanos más preocupados por las compras de Nouruz, el año nuevo persa, que por las elecciones. Costaba encontrar colegios para votar y en ocasiones se podía pasar por delante de uno sin caer en la cuenta. «¿Por favor, me indica un centro electoral?», preguntó mi traductora a una mujer en la céntrica plaza de Hafte-Tir. «Tienes uno en aquella mezquita, pero no se te ocurra votar, por favor», fue la respuesta. La cara no oficial, el Irán que vive de espaldas al régimen, se mostró ajeno al proceso electoral. Personas como Alí, nombre ficticio de un profesor de universidad entrevistado, denunciaban que el Parlamento que se elegía ayer «no traerá cambios, es puramente continuista».