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ESPAÑA

Rajoy advierte de que con las protestas en la calle «no se consigue nada»

Zapatero aconseja a Rubalcaba y al PSOE que no se deslicen hacia el radicalismo porque eso es lo que quiere «la derecha»

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El presidente del Gobierno evitó alimentar la polémica sobre las responsabilidades en las manifestaciones callejeras de estos días y no culpó a nadie de instigar las protestas contra los recortes, pero, eso sí, advirtió de que por ese camino «no se consigue nada» porque las medidas tomadas no tienen vuelta atrás. Tampoco la vicepresidenta compartió el discurso de algunos dirigentes del PP de culpar al PSOE e hizo un llamamiento a «todos» los partidos a que en estos momentos «difíciles» tengan responsabilidad política y piensen en el interés general en vez de mirar por el beneficio particular.

Mariano Rajoy, según sus propias palabras, es de los que prefiere rehuir el conflicto mientras sea posible. Sabe que las manifestaciones contra los recortes del gasto y la reforma laboral son inevitables y hasta cree que la huelga general será, si los sindicatos no lo remedian, ineludible. Pero lo que no quiere es buscarse polémicas estériles, como la de culpar a los socialistas de estar detrás de las algaradas callejeras, cosa que han hecho en los últimos días varios dirigentes de su partido y algún miembro del Ejecutivo. Por este motivo evitó cargar las tintas contra nadie al comentar las movilizaciones callejeras y hasta se mostró casi comprensivo con ellas.

En un receso del Consejo Europeo celebrado en Bruselas señaló que es consciente de que «son muchos y están en la calle» los que están en desacuerdo con sus medidas restrictivas, pero señaló que el camino de la protesta «en este momento difícil» es inútil. Explicó que el Gobierno «tiene» que hacer las reformas, y en concreto la laboral «era absolutamente obligada». Estas medidas no se toman, añadió, «para perjudicar a nadie» aunque lo hagan, pero es «el momento de ser prudentes».

En un tono similar, Soraya Sáenz de Santamaría evitó echar gasolina al fuego de la polémica con los socialistas y, tras la reunión del Consejo de Ministros, pidió a la totalidad de fuerzas políticas un «ejercicio responsable» de su papel y a hacer «un esfuerzo compartido» en estos delicados momentos. Es la hora, dijo, de «debatir, buscar soluciones y enriquecer» el debate con propuestas y huir de las descalificaciones. El Gobierno, por su parte, se dedicará a «proteger» a los que «se manifiestan y a los que no» ante el comportamientos de «los vándalos» que ejercen la violencia para reventar las manifestaciones.

«El perro del hortelano»

Si Rajoy y Sáenz de Santamaría ejercieron de apaciguadores, el vicesecretario de Estudios y Programas del PP, Esteban González-Pons, prefirió el papel de agitador y volvió a acusar al PSOE de «promover» las protestas callejeras, con una actitud propia del «perro del hortelano», que «ni crea empleo ni le gusta que lo creen los demás». Instó además al líder de la oposición a que se calle «durante una temporada» y deje trabajar a Mariano Rajoy porque el Ejecutivo socialista dejó una herencia de más de cinco millones de parados. Las protestas, resumió, «no crean empleo» y, en cambio, «las reformas» sí lo crean.

El presidente y la vicepresidenta del Gobierno encontraron un aliado inesperado en su intento de calmar los ánimos, José Luis Rodríguez Zapatero. El expresidente del Gobierno participó en unas jornadas de la fundación Ideas sobre 'Progreso latinoamericano' y allí, en presencia de Alfredo Pérez Rubalcaba y connotados dirigentes del PSOE, pidió a su partido que «nadie nos saque del centro de juego» para deslizarnos por la rampa del radicalismo, «que eso es lo que interesa a la derecha». Los progresistas, agregó, han obtenido «en el centro del campo sus mejores resultados políticos y sociales».

Zapatero no dirigió este mensaje en sentido estricto a los socialistas sino a los numerosos líderes de partidos de izquierda de América Latina presentes en el foro, pero sin duda el PSOE era el destinatario. Rubalcaba así lo entendió y se mostró de acuerdo en que «los partidos de fútbol se ganan en el centro», y un partido de fútbol y la política «en eso se parecen». A la vista del revuelo que levantaron esos comentarios en un momento de clara diferenciación ideológica con el Gobierno quiso precisar que con sus alusiones al centrismo solo se refería al fútbol, y más en concreto a su equipo, el Real Madrid, que aventaja en diez puntos al Barcelona.

Disgresiones político-futbolísticas al margen, la número dos de los socialistas, Elena Valenciano, también alimentó la polémica sobre la responsabilidad en las manifestaciones y reprochó a los populares que pretendan que los ciudadanos estén «calladitos» ante sus medidas y «las sufran en silencio». La vicesecretaria general del PSOE defendió el derecho de todos y también de los militantes de su partido a salir a la calle a protestar ante «las duras» medidas gubernamentales.