Pragmatismo norcoreano
El freno de su programa nuclear a cambio de alimentos supone una gran noticia
Actualizado: GuardarAunque faltan detalles, la propuesta norcoreana de limitar sus ambiciones militares y militares a cambio de ayuda material y, específicamente, alimentaria parece una noticia de impacto, largamente esperada y que reúne, esta vez sí, dos notas que la hacen aparentemente muy relevante y digna de atención: sigue en poco tiempo, solo dos meses, a la muerte de Kim Jong-il y su relevo por su hijo Yong-un y, sobre todo, está «avalada por Pekín», el gran, pero cansado, protector de Norcorea. Eso dice la escueta información oficial ofrecida y eso equivale a reconocer que, en medio de la retórica mortuoria y la teatral entronización del joven sucesor, alguien ha estado haciendo los deberes de todo gobierno responsable. La información no precisa si Corea del Norte está lista para cancelar, interrumpir o abandonar su programa nuclear, pero dice que el paquete incluye el enriquecimiento de uranio y los ensayos atómicos y balísticos. Esta referencia a los cohetes es particularmente relevante porque, contra lo que se cree a menudo, las explosiones nucleares a las que ha procedido Pyongyang no significan ni mucho menos que disponga de armas atómicas, pero sí de una importante tecnología balística que, por cierto, ha servido para que terceros -contra generosa retribución en dólares durante décadas- monten su propia y boyante industria. Es el caso de Irán. Hay en el importante paso, además, un mensaje político que encierra una profunda autocrítica: se pide, crudamente dicho, comida para el pueblo norcoreano, exactamente 240.000 toneladas de alimentos. El régimen reconoce así que no puede alimentar a sus ciudadanos, aunque sepa producir una explosión atómica o mantener un colosal y vetusto ejército que todavía constituye la espina dorsal del sistema. Es una saludable prueba de realismo que, por infrecuente, merece ser atendida y estimulada. Falta saber si, por fin, alguien en la cúspide y tras la muerte del Gran Líder, ha tomado la juiciosa decisión de cambiar también la extravagante dictadura por algo más racional y decente.