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Sociedad

Unicef denuncia que mil millones de niños malviven en tugurios urbanos

GERARDO ELORRIAGA
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Cada vez hay más niños pobres que viven en los suburbios de las ciudades y su aumento es «alarmante». Mil millones de niños viven en tugurios, según el informe anual Estado Mundial de la Infancia, elaborado por Unicef y presentado ayer en Bilbao. Este tipo de hábitat, según Naciones Unidas, responde a una vivienda no permanente, de espacio insuficiente, sin acceso a suministro de agua y a una red de saneamiento adecuados. Aunque el fenómeno de la inmigración sigue siendo muy elevado, el 60% del aumento de la población de las ciudades se corresponde con niños nacidos en su seno. «El crecimiento es alarmante porque no se gestiona adecuadamente la migración ni su expansión», denunció Consuelo Crespo, presidenta del Comité Español, que cree necesario tomar medidas.

Además, las penurias de los pequeños que residen en estas áreas quedan ocultas por los promedios estadísticos a partir de los cuales se basan los programas de desarrollo y las decisiones sobre la asignación de recursos.

El hacinamiento y la insalubridad aparecen como condiciones habituales de este tipo de asentamientos. Casi 8 millones de niños murieron en 2010 antes de cumplir la edad de cinco años. A la neumonía y la diarrea, las dos principales causas de mortalidad a esta de edad, se suma la concentración de miseria y aislamiento de estos barrios, a donde tampoco llegan las campañas de vacunación contra el sarampión o la tuberculosis.

Deficiencias

La desnutrición está aumentando más en las zonas urbanas que en las rurales, según el informe, que también señala que la deficiente alimentación se encuentra detrás del fallecimiento de un tercio de los pequeños. El informe denuncia también que, sin acceso a la red de suministro, los pobres suelen pagar hasta cincuenta veces más por un litro de agua que sus vecinos acomodados.

La educación también es un ámbito donde se advierten las mayores desigualdades sociales. Una reciente estadística, señala que el 20% de los habitantes de la ciudad, el sector más pobre, destina la cuarta parte de sus ingresos totales a la escolarización de sus hijos, pero que ni siquiera este esfuerzo garantiza un empleo adecuado para los jóvenes. La creación de oportunidades laborales para los habitantes de las zonas deprimidas se apunta como una condición indispensable para la ruptura definitiva del círculo de pobreza que atenaza a la periferia urbana.