El verdadero tesoro del Odyssey
Actualizado:Qué curiosa es la política y la vida misma. Fue el Partido Popular el que le abrió las puertas a la empresa Odyssey Marine Exploration para hacer prospecciones de arqueología subacuática en las costas españolas. Y ahora será ese mismo partido el que, al frente del Gobierno de España, se haga la foto con el fabuloso tesoro del pecio ‘Nuestra Señora de las Mercedes’. Lo curioso es que el actual presidente del ejecutivo, Mariano Rajoy, fue ministro de Educación y Cultura, al igual que Pilar del Castillo. Ambos, al frente de dicha cartera, les otorgaron las primeras autorizaciones por escrito a los cazatesoros estadounidenses, para sendas campañas en las costas del Estrecho durante los años 1999 y 2001. En principio, se trataba de excursiones para Indiana Jones millonetis. Pero, andando el tiempo, terminaron llevándose un potosí y nunca mejor dicho. Entonces gobernaba el PSOE pero fue precisamente el Ministerio de Cultura el que se enfrentó al de Exteriores en la manga ancha que seguía recibiendo la empresa creada en 1994 por John C. Morris y su cabeza visible Greg Stemm.
Tras la demanda interpuesta por Madrid a través de un prestigioso bufete estadounidense y tras una primera sentencia favorable por parte del tribunal de Tampa, el fallo definitivo del Supremo de dicho país hizo que ayer volvieran a casa 395 millones de euros o 500 millones de dólares en escudos de a ocho de oro y plata acuñadas en Perú con la efigie del rey Carlos IV. El cargamento viajaba a bordo de la fragata ‘Nuestra Señora de las Mercedes’, que fue hundida frente a las costas de Portugal, en 1804, poco antes de la batalla de Trafalgar. La recuperación del botín por los cazatesoros norteamericanos se hizo pública en mayo de 2007, aunque los saqueadores marearon la perdiz con que se trataba de otro navío, quizá el Sussex o el Merchant Royal. De hecho, disfrazó la búsqueda de la fastuosa carga bajo el cinematográfico nombre de ‘Black Swann Project’.
Aún no se sabe dónde serán depositadas las célebres y valiosas monedas, pero Gibraltar ha anticipado que ofrecerá a la curiosidad de los visitantes una exposición de los objetos personales, utensilios marinos y ropas de tripulantes y pasajeros que Odyssey les donó en pago por la valiosa ayuda logística que la colonia británica prestó a sus exploraciones. Las autoridades gibraltareñas pretenden quedarse con esa parte del cargamento haciendo valer la vigencia del Tratado de Utrecht que, por otra parte, suelen rechazar como anacrónico en su demanda de voz propia en ciertas cuestiones relacionadas con el contencioso hispanobritánico sobre la soberanía de la Roca. A este lado de la frontera, se multiplican las demandas públicas para exponer el mayor rescate de la historia, desde el Ayuntamiento de Cádiz al de San Roque, pero también desde otros lugares mucho más remotos como las islas canarias o Madrid, Montilla, Cartagena e incluso el Real Ingenio de la Moneda de Segovia. Incluso existe una proposición privada, suscrita por José María Moncasi de Alvear, descendiente del General de la Armada española, Diego de Alvear, responsable de la flota española en aquel momento.
Hay otras paradojas en esta peripecia propia de ‘La Carta Esférica’ de Arturo Pérez Reverte. Por ejemplo, el considerable enojo de Perú, que ha visto desatendida su reclamación del tesoro, ya que las monedas habían sido acuñadas en dicho territorio que por esa época ya era independiente, aunque llevaban la efigie del rey español. Sin embargo, lo que más sorprende en todo este apasionante rompecabezas fue la actitud tan diferente que mantuvieron desde un principio el Ministerio español de Asuntos Exteriores y otros departamentos del Estado español, tanto del ejecutivo central como de la Junta de Andalucía. Fue gracias al gobierno autonómico andaluz y a su consejera Carmen Calvo como logró ponerse coto a esta operación de saqueo que contó, en un principio, con un curioso permiso del ministerio que titular Josep Piqué. En este contexto, habrá que recordar que fue Bibiana Aído, como delegada provincial de la Consejería de Cultura en Cádiz, quien reclamó por primera vez la intervención de las fuerzas y cuerpos de seguridad de nuestro país para investigar las operaciones de búsqueda que la firma Odyssey Marine llevaba a cabo en aguas del Estrecho, con base ocasional tanto en Gibraltar como en el puerto deportivo de Sotogrande en San Roque, en una serie de actividades que sigue investigando un juzgado de La Línea de la Concepción. Cuando Carmen Calvo pasó a ser ministra de Cultura, con ayuda de algunos de sus directores generales como Julián Martínez, siguió manteniendo el tipo a pesar de que el departamento que pasó a titular Manuel Ángel Moratinos llegó a otorgar un permiso a esa compañía para regularizar sus actividades, so pretexto de que el pecio que buscaban no era español. Pero también hubo esfuerzos de la sociedad civil contra esta gigantesca operación de saqueo. De hecho, a propuesta del PA, el Ayuntamiento de San Roque ha acordado en pleno conceder un reconocimiento público a Lorenzo –Pipe– Sarmiento, Antonio Muñoz Secilla, a la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil y a Verdemar Ecologistas en Acción, que siguieron de cerca las peripecias de esta empresa. El pleno les rinde tributo por su «tenaz labor, durante más de diez años, en defensa de la conservación de nuestro patrimonio arqueológico sumergido». Y es que esa es otra de las claves. Una vez recobrado el tesoro, ¿qué hacemos con los restantes pecios que duermen bajo nuestras aguas? Pero, sobre todo, ¿qué hacemos con la Bahía de Cádiz? La Bahía del Tesoro, se le llamó treinta años atrás en un reportaje aparecido en la revista ‘Andana’, que editaba la Diputación de Cádiz y en la que se alertaba sobre el valioso patrimonio arqueológico submarino que ya por entonces husmeaba otra sociedad foránea, la Fundación Paul Getty, además de algunos cazatesoros tan famosos como el malogrado Mel Fisher. Ese es nuestro mayor tesoro. Ojalá la sentencia sobre de las Mercedes pueda ayudar a preservarlo in situ, bajo el mar, como recomienda por cierto la convención de la Unesco.
El Odyssey en Wikileaks
«La ministra Calvo fue conocida por su frase de que Odyssey solo podría buscar el HMS Sussex por encima de su cadáver», llega a telegrafiar Eduardo Aguirre, el pintoresco embajador de EE UU, en España, en una documentación que desclasificó hace años por su cuenta Wikileaks. Transcurría el verano de 2005 y nuestro país quería recobrar el favor de Estados Unidos tras nuestra retirada de Irak. Así que Aguirre se felicitaba del permiso firmado por Moratinos a 18 de agosto de aquel año y al que seguiría una mota verbal de marzo de 2007, pocas semanas antes de conocerse el expolio. Con posterioridad, la embajada estadounidense llegó a ofrecer su ayuda en la recuperación del tesoro a cambio de que el Gobierno español mediara en la demanda de Claude Cassirer que reclama un cuadro de Pissarro expoliado por los nazis y que obra en el museo Thyssen de Madrid, aunque César Antonio Molina, quien sustituyera a Calvo, niega que hubiera una propuesta concreta en tal sentido, aunque este asunto llegó a ser tratado con la siguiente titular del ministerio, Ángeles González Sinde: «Aunque Odyssey y el asunto Cassirer están en distinta vía legal, es de interés para los dos Estados aprovechar cualquier margen de maniobra, dentro de la ley, para resolver ambos problemas en un modo que favorezca la relación bilateral», aparece recogido en Wikileaks.