La educación sexual como inversión
Un grupo de expertos internacionales formula un documento de consenso sobre cómo debería ser una formación ideal en este sentido, con el fin de contribuir al bienestar económico y social
Actualizado:Madrid se convirtió hace unas semanas en el punto de encuentro de expertos procedentes de distintos países para tratar la situación actual de la educación para la sexualidad.
Tras horas de análisis y debate se elaboró un documento que se publicará en castellano y en inglés desde la sede de la OPS (Organización Panamericana de la Salud).
He tenido la oportunidad de participar en el evento y la experiencia puede ser de utilidad para interesados en la educación sexual, como padres y profesionales. Cuando hablábamos de educación para sexualidad, no nos referimos exclusivamente al ámbito escolar, ni a los niños y jóvenes, sino a toda la población.
Vivir la sexualidad de manera positiva puede aportar mucha felicidad, mientras que vivirla de manera negativa, muchas veces por carencias educativas, puede acarrear sufrimiento y discordia. Algo que comprobamos los profesionales de la sexología clínica. Por ello, considerando que puede ser de interés general, quería ofrecer aquí lo más destacado del citado documento que podrán encontrar íntegro en la web del Instituto Espill.
El encuentro, promovido por la Academia Española de Sexología, el Instituto Espill y la Asociación Española de Especialistas en Sexología, contó con la participación de notables expertos, entre otros, la presidenta de la Asociación Mundial de Salud Sexual, el director del Programa de Salud Sexual de la Universidad de Minnesota, la representante del Fondo del área de juventud del Fondo de Población de Naciones Unidas y representantes de la OMS y de la UNESCO.
Un Derecho humano
Una cuestión que se abordó es la de concebir la educación para la sexualidad como un elemento obligatorio de la formación, para lograr el desarrollo óptimo de cualquier persona desde la primera infancia. Además, debe ser comprendida en el marco de los Derechos Humanos. Recibir una educación en este terreno, de calidad y con bases científicas, es un Derecho Humano universal e inalienable de todo individuo y, por lo mismo, es específicamente de sus derechos sexuales.
En cuanto a ofrecer educación para la sexualidad a todos los sectores de la población, hubo un consenso claro en que la educación para la sexualidad es una de las mejores inversiones que una sociedad puede hacer. Porque una sexualidad feliz y responsable repercute positivamente en todos los ámbitos, desde el afectivo al social y el económico.
Bienestar y autonomía
Y es que la comprensión adecuada de la educación para la sexualidad tiene que ver con el bienestar de las personas, con la educación para la vida, el amor, la autonomía, la libertad y el respeto, con el respeto a su dignidad y su valía personal, con la garantía de la no discriminación de cualquier tipo, con la igualdad de género, con la erradicación de la violencia en las relaciones de pareja y el maltrato sexual, con hacer a las personas capaces de descubrir la riqueza de la diferencia y de lograr su propio fortalecimiento.
Otro de los puntos de consenso hace referencia a que la educación para la sexualidad debería iniciarse en épocas tempranas de la vida e incluir el desarrollo de destrezas, además de la adquisición de conocimientos, ya que se ha reconocido que la información sexual por sí sola no basta.
En este punto, hay que resaltar que no todo lo que figura con la etiqueta de educación sexual responde a los criterios del grupo de expertos aquí citado, ni a las recomendaciones de la OMS. Es importante señalar las diferencias.
Por supuesto vivimos en un país democrático y cada uno puede expresar sus opiniones en libertad, pero no se pueden confundir las opiniones, las creencias doctrinales y los usos y costumbres de grupos sociales con la información producto de la investigación y el estudio. Cada cosa en su lugar. Los preceptos religiosos y culturales para quien quiera cumplirlos, pero hay que diferenciar esto de los estudios científicos. Desgraciadamente, la sexología, y especialmente la educación para la sexualidad, se ven acometidas por todo tipo de propuestas desde estamentos lejanos al sentir científico y apegados a otro tipo de creencias. No quiere decir esto que no se promuevan valores, muy al contrario. Como ejemplo, los derechos sexuales que trasmiten valores basados en la responsabilidad y el respeto realmente contribuyen al desarrollo personal y social.
Quienes trabajamos en esta especialidad consideramos que la conducta sexual es intrínseca al ser humano y que debe ser educada, como cualquier otra conducta, en un sentido positivo que facilite su expresión en las mejores condiciones posibles, respetando las necesidades de uno mismo y los límites que nos ponen los demás. Y sobre todo, basamos nuestras propuestas en la investigación y en el estudio sexológico encaminado a promover la salud sexual en un marco del respeto a los derechos sexuales.
Nuestra propuesta, cuyas bases se publicarán pronto en el citado documento de consenso, es que la educación para la sexualidad contribuya a que las personas pueden vivir en un mundo sexualmente más feliz, lejos de falsas creencias y escenarios traumáticos que les amarguen la vida, desde el conocimiento científico y de manos de la responsabilidad.