Rajoy pide «mesura» para evitar que las calles españolas sean Grecia
El presidente apela, tras los incidentes de Valencia, a no dar una imagen internacional «que no es la de nuestro país»
LONDRES. Actualizado: GuardarLas reformas estructurales puestas en marcha por Mariano Rajoy cosecharon halagos por parte de la Comisión Europea y de los líderes del continente, como Angela Merkel o Nicolas Sarkozy. Bruselas bendijo los primeros pasos del Gobierno popular porque apostaron de manera decidida por la austeridad como vía más segura para cumplir con el objetivo de reducir el déficit de las cuentas públicas. Y todo ello en un clima de aparente paz social que «devolvía» a España la vitola de «país serio». Hasta Obama le transmitió a Merkel la idea de que las medidas son «pasos positivos».
Pero Rajoy teme que las manifestaciones contra la reforma laboral del domingo y, sobre todo, las protestas estudiantiles en Valencia contra los recortes en la educación, que se han saldado con decenas de detenidos y heridos, ofrezcan al exterior una imagen «que no es la de nuestro país». El presidente del Gobierno reclamó «serenidad, mesura y sentido común» a todas las partes implicadas para evitar que estos incidentes, por el momento aislados, provoquen en las calles españolas un incendio al estilo de Grecia.
Rajoy, que no citó de manera expresa la situación en el país heleno, realizó este análisis durante una comparecencia conjunta con el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, con el que mantuvo un almuerzo de trabajo. La tensión social, por el momento, no le hará variar su hoja de ruta. Rajoy advirtió a los sindicatos de que no accederá a cambiar el núcleo central de la reforma laboral, tal y como le han solicitado por carta, porque entiende que el tiempo de negociar ya pasó y, además, «porque no sería bueno para España».
El líder del Ejecutivo otorga una dimensión patriótica a la solución de estos desencuentros. Alentó a los ciudadanos para que estén «a la altura de las circunstancias». No escondió que España está en una situación «difícil y compleja», pero defendió que sus medidas económicas son «justas y equitativas». Puso como ejemplo la reforma laboral, que, aunque muy contestada por los sindicatos, «es justa y equilibrada». Se mostró convencido de que servirá para generar empleo «cuando se inicie el crecimiento económico», una posibilidad que sitúa en el medio plazo.
Postura salomónica
Londres, y en presencia de Cameron, tal vez no era el escenario más propicio para valorar si la respuesta policial contra los estudiantes valencianos era proporcionada. Rajoy, de hecho, eludió pronunciarse sobre qué parte de las dos en conflicto tenía razón y buscó una respuesta salomónica. Constató que «todo el mundo tiene derecho a manifestarse y a expresar sus opiniones». Un derecho constitucional que igualó al mandato que tienen la Policía y el resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de hacer cumplir el orden público. «Y eso es algo que todo el mundo tiene que entender», sentenció.
Rajoy puso en valor que los sacrificios que ha pedido a los españoles, además de «justos y equitativos», están muy repartidos porque afectan a las entidades financieras, a las administraciones públicas y a los contribuyentes. «Todos debemos hacer un esfuerzo, y me incluyo a mí mismo, para estar a la altura y creo que es la hora de la serenidad y de la responsabilidad», reiteró.
En cuanto al fondo de la visita, Rajoy y Cameron escenificaron sus coincidencias en política económica, revalorizadas tras la firma de una carta, junto a otros diez presidentes europeos, para reclamar medidas que impulsen el crecimiento, más allá de los planes de ajuste. Rajoy negó que este posicionamiento marque el inicio de un frente común entre Reino Unido-Italia y España contra el eje París-Berlín. «La carta no va contra nadie, sino en favor de Europa», matizó»