opinión

Una lección de Estado

La recuperación de Nuestra Señora de las Mercedes es una victoria sobre la pereza administrativa

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Es justo reconocer que un país como España con una historia bastante mejorable en su balance de derrotas y victorias frente al enemigo exterior, con más ‘Trafalgares’ que ‘Lepantos’, está a punto de lograr un gran éxito doscientos y pico años después de perder cuatro fragatas y el orgullo militar en aguas del Golfo de Cádiz . Si finalmente regresan las quinientas mil monedas de oro y plata que llevaba a bordo la goleta Nuestra Señora de las Mercedes cuando fue cañoneada a traición por los ingleses el 5 de octubre de 1804, además de una oración por las 249 víctimas del naufragio, habrá que entonar un brindis a la política de Estado y la defensa jurídica de los intereses de España que, por una vez, ha vencido nuestro habitual complejo de inferioridad y la pereza administrativa acostumbrada.

No tiene menor valor pedagógico el hecho de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos haya sorteado todas las presiones jurídicas, económicas, y chauvinistas obligando a una empresa de compatriotas suyos –Odyssey Marine Explorer– a devolver un tesoro submarino rescatado por ellos con medios de alta tecnología del fondo del mar. Es el triunfo del derecho frente todo tipo de intereses creados y sobrevenidos. En tiempos de borrascas sobre los tribunales no viene mal un referente de independencia y respeto a la Justicia. La empresa de Florida, que cotiza en Bolsa, tenía además argumentos para defender su botín porque podía ser discutible si la fragata atacada se hallaba en aquel momento en misión militar o comercial. Pero en la batalla legal librada dos siglos después el Estado puso más empeño y astucia que en aquella encerrona naval de las costas gaditano-portuguesas. La administración socialista enterada del saqueo del pecio cuando los escudos y reales de a ocho acuñados en Perú ya estaban en Florida envió a la guardia civil a capturar el Odyssey Explorer para poder negociar en situación de fuerza. Luego contrató en Washington uno de los mejores bufetes de abogados especializados en contenciosos internacionales y ha librado con tenacidad y convicción la pugna judicial que ha durado cinco años hasta llegar al Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Es cierto que España mantenía en octubre de 1804 un status quo de neutralidad en la guerra franco- británica. Pero el ataque por sorpresa de los navíos al mando del vicealmirante Graham Moore convirtió el escenario en un acto de guerra que alteró el curso de la Historia y precipitó una nueva confrontación europea.

El éxito de recuperar un pedazo de la historia naval, el botín perdido y parte del orgullo agraviado por el inglés, lo capitalizará el nuevo Gobierno popular, pero se supone que habrá la suficiente grandeza para compartirlo con sus predecesores socialistas y ofrecer a la opinión pública una lección de Estado por encima de las divergencias partidistas.