«No le tengo miedo a nadie porque me tienen enterrada en vida»

Está convencida de que la vida la está poniendo a prueba. Dice que no sabe de dónde saca las fuerzas «para tirar adelante», pero lo hace. No piensa bajar los brazos en la cruzada que mantiene desde 1995 para que se haga justicia con el asesinato de su hijo, Juan Holgado, el 22 de noviembre de ese año en la gasolinera de Martín Ferrador en la que trabajaba. Un crimen sin resolver y que, por tanto, sigue impune. Fueron una treintena de puñaladas anónimas que acabaron con la vida del joven jerezano y que destrozaron la de toda su familia.

Antonia Castro no atiende al desaliento, pese a los numerosos frentes que tiene abiertos. Al que mantiene incansable para que se encuentre, se juzgue y se castigue a los responsables de la muerte de su hijo, se une de un tiempo a esta parte el derivado de una confrontación con su exmarido, Francisco Holgado. El cruce de denuncias entre ambos no cesa desde hace meses.

Se acusan mutuamente de insultos y amenazas prácticamente cada vez que coinciden en la calle o en el cementerio, al que acuden a diario para visitar la tumba de Juan. Ella no puede evitar las lágrimas cuando se refiere a esta pugna con el padre de sus hijos. Son lágrimas de rabia e impotencia, según ella, por ese sentimiento de injusticia que tan bien conoce desde hace tiempo.

La entrevista -publicada ayer por LA VOZ- a Domingo Gómez, 'Dominguín', uno de los cuatro que fueron juzgados por el asesinato de su hijo y después absueltos hasta en dos juicios, no ha hecho más que aumentar esa rabia que siente hacia quien sigue considerando que estuvo implicado en el crimen. Está prácticamente convencida de que participó en el mismo. Reconoce un margen de duda, pero afirma que es mínimo, tan pequeño que lo ignora rápidamente.

«¿Y la sangre?»

«Todo el mundo me decía que él tuvo algo que ver, hasta la Policía... ¿Por qué estaban en su casa los pomos de la puerta llenos de sangre? ¿Y la cazadora también con sangre? ¿Y la medalla?». Se le suceden los indicios que, según ella, señalan a Domingo Gómez. Y no olvida que «las cortinas de la gasolinera estaban llenas de sangre...». Cuando se refiere a esto último, no puede evitar romper a llorar. El recuerdo sigue siendo demasiado doloroso pese al tiempo transcurrido. «Pero si mi hijo era lo más bueno del mundo...», balbucea mientras se seca las lágrimas con una servilleta que se saca de la manga del jersey negro que viste.

Cuenta que cada vez que se cruza por la calle con el Dominguín le entra «de todo por el cuerpo». Reconoce que le grita y le insulta. ¿Y él? «Baja la cabeza y se va por otro lado», afirma Antonia Castro. Dice que no le tiene miedo: «Por lo único que temo es por el sintrom -medicamento para sus dolencias cardíacas-, que me dé algo y no llegue al hospital. No le tengo miedo a nadie, porque ya me tienen enterrada en vida».

Sobre lo dicho por Domingo Gómez de que la clave del caso la puede tener Benito 'El Argentino' -persona que le involucró en el crimen a través de una medalla que aseguraba que le había vendido y que poco después se marchó de Jerez sin dejar rastro-, la madre de Juan Holgado asiente que eso también lo ha pensado ella: «Lo que sí sé es que yo en estos momentos daría lo que fuese porque alguien en toda esta historia hablase, porque alguien tiene que saber algo, ¿no? No puede ser que nadie sepa nada. Eso es imposible».

Antonia dice que lo único que quiere es que «la jueza reabra el caso» para evitar que se archive en 2015. «Que se haga justicia», en definitiva. Es, posiblemente, la frase que más veces haya pronunciado en su vida. No se cansa de hacerlo. Ni se cansará, afirma.

De hecho, está dispuesta a hacer «lo que sea». Volverá a visitar a la jueza. Continuará reclamando a la Policía y recurrirá a los políticos que quieran escucharla. Entre sus planes a medio plazo está viajar a Madrid e intentar hablar con el nuevo ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.