TIEMPOS REVUELTOSLA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
La Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados
Actualizado:El título de este artículo constituye en sí mismo uno de los tópicos más manidos del periodismo, lo sé. Pero también es cierto que no hay otra forma de explicar mejor y más gráficamente la situación por la que atraviesa nuestra ciudad, empezando por la administración local, el Ayuntamiento de Jerez. La operación político-financiera que ha aprobado esta semana el Pleno tiene sus riesgos, no cabe duda, pero creo que es una solución, al menos transitoria, al estado de calamidad y ruina absoluta por la que atraviesa el Consistorio jerezano. He podido leer y escuchar en distintos foros que los medios de comunicación damos demasiada importancia al retraso en el cobro de las nóminas de los trabajadores municipales, que ellos en realidad son unos privilegiados y que llevan años cobrando sueldazos. Quien haga esa lectura es que no quiere ver más allá, y no quiere porque no le da la gana. En primer lugar, los problemas endémicos que tiene el Ayuntamiento de Jerez desde el punto de vista financiero no terminan en la calle Consistorio. Son problemas que se extienden como una mancha de aceite a concesionarias, proveedores y pymes de la ciudad, además de a parcelas tan fundamentales como la seguridad, el transporte o la limpieza. El hecho de que los trabajadores municipales no cobren la nómina es sólo un síntoma más de la descomposición de una ciudad. Cuando la administración local va mal, todo lo demás también va mal. Sino díganme ustedes un sector o una empresa privada donde pueda agarrarse la economía local en estos momentos. No las hay. Desafortunadamente, el sector privado en esta ciudad no tiene músculo y las empresas que mayor número de empleados tienen en Jerez siguen siendo el Hospital del Servicio Andaluz de Salud, y el Ayuntamiento.
Por otro lado, no es cierto que toda la plantilla municipal tenga sueldos galácticos. Es más, la gran mayoría son nóminas muy normalitas, aunque es cierto que hay quienes se han llevado a su casa salarios astronómicos durante años, y muchas veces de manera poco justificada. En el otro lado están los que cobran entre 800 y 1.500 euros al mes. Imagínense lo que supone para ellos dejar de percibir su salario dos o tres meses.
Y por último, discrepo con que no sea importante que 2.500 personas, que son 2.500 familias, estén sin ingresos. Porque son 2.500 personas que no compran ropa, no van a los restaurantes, no salen al cine, no gastan. Y eso se nota. Por eso y por otras muchas cosas, la decisión del Gobierno local de romper el convenio con la Diputación Provincial y recuperar la gestión y el cobro de los impuestos, tasas y multas municipales parece a todas luces una buena salida al momento que atravesamos y traerá normalidad y sosiego a una ciudad que se está quemando cada día que pasa a base de huelgas, concentraciones, acampadas, manifestaciones, conflictos y problemas. El Ayuntamiento va a disponer de seis millones y medio de euros para devolver a Jerez a una senda que nos lleve a recuperarnos al mismo ritmo que el resto de Andalucía o de España, y no a cinco velocidades menos que los demás.
Cada mañana los informativos de la radio parecen un parte de guerra, y todos estamos ya hastiados de este ambiente tan decrépito. Ojalá sea de verdad la luz al final del túnel, aunque que nadie se engañe. Es posible que empecemos a ver la luz, es posible que percibamos su brillo, pero el final del túnel está todavía muy muy lejos y tenemos que trabajar todos juntos para llegar hasta él. Ahora les dejo, me quedo sin espacio y una especie de grupo revolucionario ha invadido mi casa cargado de disfraces. Sólo ellos saben qué pasará en las próximas horas. Igual, además, de en este artículo aparezco mañana en las páginas del Carnaval o en las de sucesos. Espero que no. Hasta la semana que viene.