«Siento profundamente el dolor de la familia Holgado; ojalá se reabra el caso»
En su primera entrevista, el inicialmente acusado y luego absuelto por el famoso crimen de 1995 en la gasolinera de Martín Ferrador defiende su inocencia: «No tuve nada que ver ni sé lo que pasó»
JerezActualizado:Dice que se ha sentido protagonista involuntario de una película cuyo final todavía no se ha rodado. Durante mucho tiempo fue presentado como uno de los autores del asesinato, el 22 de noviembre de 1995, de Juan Holgado en la gasolinera en la que éste trabajaba. Fue un caso de impacto en la ciudad y con un enorme eco mediático en todo el país. Llegó, incluso, a rodarse un largometraje sobre el mismo dirigido por Benito Zambrano, ‘Padre Coraje’.
Domingo Gómez ‘Dominguín’ fue detenido y acusado como presunto autor del crimen junto a otras tres personas. Pero fueron absueltos en las dos ocasiones que les juzgaron. Pero afirma que sigue pagando por algo que no hizo, que en Jerez muchos le señalan como culpable. Por eso se ha decidido a hablar en una entrevista por primera vez.
Tiene una mirada casi tan gélida como imponente. En ocasiones le cuesta seguir el hilo de su propio relato. Habla de manera extremadamente pausada, midiendo con cuidado cada palabra, aunque en ocasiones se altera y la dulzura desaparece por completo.
– ¿Qué es de su vida ahora?
– Vivo en un hostal de la calle Medina. Éste es el último mes que cobro una ayuda de 400 euros. Después no sé qué hare. La verdad es que siempre he sido un cabeza loca, pero me siento protegido por Dios.
– Reconoce ser drogadicto y haber cometido delitos...
– Claro, claro. Pero ahora estoy con la metadona. Solo quiero vivir tranquilo. Me gustaria tener un trabajo, un medio para subsistir. Y estar cerca de mi familia, que lo ha pasado muy mal con tanto disgusto que le he dado. Además, mi padre, que tiene 76 años, está muy enfermo. Y mi hermana. Mi ilusión es ver crecer a mi sobrina, que es lo más bonito del mundo.
– ¿Por qué se ha decidido a hablar ahora, después de tanto tiempo?
– Mire usted, hace poco estaba yo todo empastillado y me vino una chica que me preguntó si le quería comprar una pulserita. Yo estaba de cocaína hasta arriba, había tomado tranquilizantes... Nos fuimos a casa de un amigo que me había dicho que me dejaba una habitación. Me despierto por la mañana y me la veo con mis pantalones y... Bueno, resulta que ahora va diciendo por ahí que yo maté a Juan Holgado. Me han dicho que está loca, pero yo no quiero historias, así que he presentado una denuncia en la Comisaría para que me deje tranquilo y deje de decir mentiras. Si está loca, que la metan en un manicomio, ¿no?
Domingo se altera considerablemente al relatar este episodio. Eleva el tono de voz y su mirada se pierde en la nada. Recupera la calma unos segundos después. Pega varias caladas seguidas a su cigarro y bebe menta-poleo.
– ¿Se ha planteado alguna vez marcharse a vivir a otro sitio?
– ¿Por qué? ¿Por qué? Pero si soy de Jerez, me gusta esta ciudad y yo no he hecho nada de eso que dicen. Solo quiero estar con mis padres el poco tiempo que les pueda quedar.
– ¿Qué le diría a la familia Holgado si tuviese la oportunidad?
– Que siento el dolor de esa gente. Que lo siento profundamente. Y que ojalá no se archive el caso. Que las autoridades lo investiguen hasta el final. Pero con la verdad por delante, porque con la verdad se va a todas partes.
– Usted insiste en que no tuvo nada que ver con el asesinato.
– No tuve nada que ver ni sé nada de lo que pasó.
Vuelve a mostrar cierto nerviosismo. Se nota que la pregunta le incomoda. Se enciende otro cigarro mientras escucha la siguiente cuestión. Es el tercero ya.
– ¿Dónde estaba y qué hacía la madrugada del 22 de noviembre de 1995 en la que asesinaron a Juan Holgado?
– ¡Uf! Hace tanto tiempo que no me acuerdo bien Estaría en mi casa de la calle Albadalejo.
– ¿Cómo era su vida entones?
– Tenía una relación con una chica, hija de un doctor. Ella vívía en Madrid, venía a verme...
– Pero entonces usted ya estaba enganchado a la droga, ¿no?
– ¡Claro! Yo me empecé siendo un niño.
– ¿Con qué edad?
– Pues con 8 o 9 años ya fumaba chocolate libanés. Y con la heroína empezaría con 14 o 15.
– Y era un cabeza loca...
– Ya le digo que siempre lo he sido.
– ¿Por qué cree que le acusaron del asesinato de Juan Holgado?
– ¡Eso quisiera saber yo! ¿Por qué a mí? ¿Por qué? Me gustaría preguntárselo al instructor del caso, a los investigadores, a la gente que llevó el tema. Yo todavía no lo entiendo. Gracias a Dios, la verdad solo tiene un camino.
– ¿Y cuál es su verdad?
– Mire, cuando yo era un crío me llevé un sello de oro de la Comisaría. El inspector me dijo que no iba a parar hasta arruirnarme la vida. Y fíjese lo que pasó.
– ¿Cómo vivió todo aquello?
– Fue terrible, muy terrible. Lo pasé fatal. Me maltrataron mucho. Y yo no sabía ni por dónde tirar. Pero yo pregunto: ¿Dónde está Benito ‘El Argentino’? Ésa es la clave, amigo. ¿Por qué dijo que yo le vendí un colgante? ¡Era un buda que me regaló mi compañera! Y el tío se quitó de en medio enseguida. Se fue de Jerez y nadie ha sabido nunca nada más de él.
Se refiere a uno de los principales testimonios, el de Benito ‘El Argentino’, que le inculparon. Éste hizo referencia a un colgante sobre el que giró buena parte de la investigación y la acusación a Domingo Gómez. El Argentino se marchó de la ciudad poco después de declarar eso. Nadie sabe dónde está.
– ¿Le conocía?
– Sí, pero no mucho. Solo de ir a venderle alguna cosa de vez en cuando, como podía a ir a venderlas a otro sitio.
– ¿Qué tipo de cosas?
– Ya sabe, cosas que me agenciaba yo por ahí, que cogía con cuidado de tiendas o de otros sitios.
– ¿Y qué me dice de las famosas manchas de sangre que se encontraron en su chaqueta?
– No sé. Me quitaron la chaqueta en Comisaría. Me metieron en un cuarto grande...
Vuelve a interrumpir el relato durante unos segundos. Parece dudar por un momento en si continuar con el mismo o no.
– ¿De dónde podía venir esa sangre de la chaqueta?
– Era sangre mía.
Aunque no lo dice abiertamente, da a entender que esa sangre pudo haber sido consecuencia de los ‘incidentes’ en Comisaría.
– La cuestión es que al final le absolvieron en los dos juicios...
– Y tengo que darle las gracias a mi abogada, Inmaculada Gilabert, que es la mejor abogada de España y parte de Asia. Al final consiguió que se demostrase mi inocencia.
– ¿Cómo vivió aquella época en la que estuvo inculpado y casi todo el mundo daba por hecho que usted y los otros tres acusados habían matado a Juan Holgado?
– Mire usted, entonces yo estaba en prisión, cumpliendo una condena de dos años cuatro meses y un día.
– ¿Por qué?
– Por un robo en un bar.
– ¿Lo cometió?
– No tuve nada que ver, me lo comí.
– ¿Entonces?
– Yo vivía frente al bar. Como tengo un buen corazón, le abrí las puertas de mi casa a la persona que lo hizo y me encasquetaron a mí el robo. ¡Tanto montaje, por Dios y por los clavos de Cristo!
– ¿Usted conocía de algo a Juan Holgado?
– Muy poco. De pasar alguna vez por la gasolinera como cualquiera y nada más.
– ¿Alguna vez se llevó algo de allí?
– (Medita la respuesta con media sonrisa picarona) Bueno, ya sabe, alguna cosilla, algún descuido pequeño, pero siempre con mucho cuidado y mucho respeto.
– ¿Todavia le miran raro en Jerez o le señalan porque hay gente que cree que usted tuvo algo que ver con ese crimen?
– Algunos siguen pensando eso. Y es muy fuerte. La verdad solo tiene un camino. La gente me mira todavía por eso. Pero los que me conocen saben que soy inocente. Mire, entiendo el dolor de esa madre. Podría haberle pasado a la mía, pero repito otra vez que yo no tuve nada que ver.
– ¿Se siente entonces otra víctima del caso Holgado?
– Totalmente.
– ¿Podrá rehacer su vida alguna vez?
– La cosa está difícil. Todo esto me ha hecho mucho daño, pero más todavía a mi familia.
– Bueno, usted reconoce que siempre ha sido un bala perdida...
– Sí, claro. Y asumo mis consecuencias y pago por el mal que haya hecho. Pero de ahí a que me culpen por algo tan terrible sin haberlo hecho... De eso nada.
– ¿Cuánto tiempo hace que no toma droga?
– Hace ya algún tiempo. Ahora estoy con la metadona.
– ¿Y cuánto hace que no comete un delito?
– Hace unos meses.
– ¿Ni se ha metido en líos?
– Bueno, alguno sí, claro. El pasado domingo 4 de febrero estaba yo en un centro para desengancharme en Santander. Me sacaron a pasear y me dijeron que tenía que subir una montaña. ¡Con el frío que hacía! Estaba helado. Les dije que me iba, que me pagasen el autobús, y me dijeron que no. Entonces les respondí que o me lo pagaban o les partía las mandíbulas, que les partía todo el chiringuito. Era injusto.
– ¿Y qué pasó?
– Pues que me pagaron el b illete y me vine para Jerez.
– ¿Reconoce que ha hecho cosas malas?
– Por supuesto, me he portado muy mal. Pero de ahí a lo de Juan Holgado... Soy sincero, con la verdad siempre por delante, y repito que ojalá no se archive el caso y se sepa quién mató a ese chaval. Por la familia y por nosotros que pagamos por algo que no hicimos.
– ¿Será capaz alún día de dejar la calle y el tipo de vida que lleva?
– ¡En eso estoy! Solo quiero vivir tranquilo, tener un trabajo, un medio para subsistir. Lo de la droga no es vida. Le aconsejo a los jóvenes que no la prueben. Y si me lo piden, voy a dar charlas para contar mi caso.