'Los días felices han vuelto'
Para paliar el drama de los desahucios, los gobiernos tienen la receta de Roosevelt, que refinanció el 20% de las hipotecas de EE UU durante la Depresión
Actualizado:El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha anunciado un plan que permitirá a 3,5 millones de compatriotas refinanciar sus hipotecas y evitar que los desahucien. El ministro español de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, ha prometido interceder ante los bancos y las cajas para que "minimicen el coste social" de los embargos judiciales. El Gobierno vasco ya se ha puesto en contacto con las entidades financieras locales para buscar alternativas a las familias endeudadas, una iniciativa publicitada después de que el presidente del Tribunal Superior de Euskadi, Juan Luis Ibarra, recordara algo obvio: los jueces, por mucho que se diga, no son los 'cobradores del frac' de los banqueros.
El drama de las hipotecas ha entrado de lleno en la agenda los partidos políticos, cuyos gabinetes de comunicación tratan de insensibilizar a los votantes inoculándoles dosis diarias de pesimismo. El presidente Mariano Rajoy, nada más obtener una gran victoria en los comicios generales, ha avisado de que, de momento, haga lo que haga el Gobierno, todo irá a peor. Es exactamente lo contrario de lo que hizo Franklin Delano Roosevelt durante las elecciones a la Casa Blanca de 1932. En plena depresión económica, con millones de parados vagando por las calles y carreteras del país, la canción de su victoriosa campaña se tituló 'Happy days are here again' (Los días felices han vuelto).
Roosevelt, que había ejercido de gobernador de Nueva York, estuvo a punto de no ser el candidato demócrata porque muchos creían que le faltaba peso político. Pero él lo contrarrestó con optimismo, seguridad en sí mismo y un oportunismo descarado, aunque dejando claro que no especularía con la deflación, sino que su firme objetivo era restablecer la prosperidad perdida. Lo cierto es que, cuando ganó, Roosevelt no tenía realmente un plan detallado de lo que iba a hacer. Sus detractores le acusaban de haber ofrecido recetas económicas incompatibles entre sí. Sin embargo, los cien días iniciales de su primer mandato (tomo posesión de la presidencia en marzo de 1933) "respondieron a las expectativas despertadas" y fueron de "acción trepidante", en palabras de Aurora Bosch ('Historia de Estados Unidos', Ed. Crítica).
Sin descanso
El panorama al que se enfrentó era deprimente. El paro era galopante. El sistema financiero estaba hundido. El precio de las viviendas había caído un 30%. Los bancos comerciales habían recortado su crédito de 50.000 millones de dólares a 30.000 millones. En 1932, un cuarto de millón de norteamericanos había sido desahuciado. Y al año siguiente, un millar de ciudadanos perdían su propiedad cada día al no poder pagar el préstamo. Una de las respuestas de Roosevelt fue 'La Ley de Préstamo para los Propietarios de Casas', aprobada por el Congreso en junio de 1933, que sirvió para reestructurar el 20% de las hipotecas.
No había descanso para la nueva Administración demócrata. Tres meses antes de la ley de préstamo, el 9 de marzo, Roosevelt había aprobado cuatro días de 'vacaciones' para los bancos (cierre de oficinas) y enviado al Congreso un proyecto de ley de Emergencia Bancaria para remozar el sistema financiero. "El domingo 12 de marzo", escribe Aurora Bosch, "en su primera charla radiofónica ('fireside chat') el presidente aconsejó a los norteamericanos volver a llevar sus ahorros a los bancos. Al día siguiente, los bancos abrieron sus puertas de nuevo y por primera vez desde el crac (de 1929), los ingresos superaron al dinero retirado".
La crisis no terminó y el pueblo sufrió, pero en Estados Unidos resonaron los ecos de la canción: 'Los días felices han vuelto'.