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Irán amaga con privar de crudo a parte de la UE antes del embargo
El régimen islámico anuncia que un reactor de la capital ya funciona con combustible producido por científicos locales
Actualizado: GuardarPrimer aviso. Irán no parece dispuesto a esperar a que llegue el 1 de julio, fecha en la que entrará en vigor el embargo de la Unión Europea a su petróleo, y por eso amenazó ayer con cerrar el 'grifo' de crudo persa a varios socios comunitarios. Lo hizo a través de un juego de avisos y desmentidos que arrancó con la convocatoria de los embajadores de España, Grecia, Francia, Portugal, Italia y también Holanda en la sede central del Ministerio de Exteriores. Nada más terminar las reuniones, la cadena PressTV, televisión en lengua inglesa del régimen, informó sobre la suspensión inmediata de la exportación de petróleo a estos seis países (no se mencionó a otros socios comunitarios, como Alemania).
Se trataba de una medida discutida por el Parlamento iraní a finales de enero y que obtuvo el respaldo de la Cámara. Sin embargo, poco después de su difusión por los medios oficiales fue desmentida por el Ministerio de Petróleo. Un portavoz aclaró que «si se hubiera tomado una decisión de este tipo se habría anunciado a través del Consejo Nacional Supremo de Seguridad». Mediante la confusión, los iraníes lograron que el precio del barril subiera 1,5 dólares y se situara en los 119 dólares (91 euros al cambio).
La cuenta atrás para el embargo está en marcha. Entre los temas discutidos ayer por Irán con los representantes europeos estaría la decisión de «vender solamente crudo a aquellas empresas europeas que acuerden realizar pactos de largo plazo y garantizar el pago», según PressTV, un requisito que ninguno de los miembros de la UE podrá cumplir sin romper la disciplina del embargo, lo que llevará a la república islámica al corte de las exportaciones antes del 1 de julio. Un ardid propio de la diplomacia de un país acostumbrado durante las últimas tres décadas a lidiar con embargos y presiones externas.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que en total Irán exporta unos 600.000 barriles diarios a Europa. Grecia (14% de ese volumen), e Italia y España (13% cada uno), son los países comunitarios que más crudo reciben y, por tanto, a los que más les urge buscar otras opciones. Arabia Saudí se presenta como la más seria alternativa para suplir el crudo iraní (las petroleras españolas aseguraron ayer al Gobierno que ese país figura entre los suministradores alternativos, junto a Rusia y en menor medida Irak).
Esta guerra por el petróleo es consecuencia de las últimas sanciones europeas y estadounidenses contra Irán. Después de varias rondas sin éxito, Bruselas y Washington acordaron el bloqueo financiero del régimen iraní y el embargo de su crudo, dos medidas sin precedentes cuyo objetivo es lograr la suspensión del enriquecimiento de uranio. Los ciudadanos iraníes están pagando el efecto de unas medidas que han hundido la economía local, pero las autoridades, ajenas a la crisis, siguen con pulso firme con el programa atómico.
Mientras el posible fin de las exportaciones se debatía en los despachos de Exteriores, Mahmud Ahmadineyad colocaba ayer la primera placa de combustible nuclear de fabricación nacional en el reactor de investigación de uso médico de Teherán. Nada es casualidad; los iraníes sincronizaron los tiempos para mezclar petróleo con energía nuclear, en plena crisis financiera internacional y con los ataques verbales de Israel por las explosiones de las últimas 48 horas en Georgia, India y Tailandia, para convertir los foros diplomáticos internacionales en esa especie de gran bazar en el que tan bien se desenvuelven.
Vestido con bata blanca y rodeado de científicos, el dirigente ultraconservador enviaba al mundo el mensaje claro de que su país completa el ciclo de investigación, producción y utilización de la energía nuclear. Esta fue la de cal; la de arena la constituyó la carta del Organismo de la Energía Atómica de Irán a la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, pidiendo la vuelta a la mesa de negociación con el 5+1 (compuesto por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania). Cinco meses después, tras estrenar nuevas centrifugadoras de última generación y con la capacidad probada de enriquecer uranio al 20%, Irán tiende la mano al diálogo «sin condiciones previas».