Afán de diálogo
Rajoy y Rubalcaba abren una nueva etapa de relaciones Gobierno-oposición con una declarada voluntad de entendimiento
Actualizado: GuardarEl encuentro que ayer mantuvieron el presidente Mariano Rajoy y el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, puede inaugurar, por la capacidad de diálogo mostrada, una nueva era en las relaciones entre el Gobierno y el primer partido de la oposición. La confrontación implacable de los últimos veinte años podría quedarse atrás si de verdad las posibilidades de entendimiento impiden que las discrepancias acaparen la vida política e institucional. A la salida de la reunión Rubalcaba señaló las diferencias que separan a su partido de la agenda reformista que va desarrollando el Gobierno, poniendo el acento de su crítica en la revisión a la que el Ejecutivo Rajoy quiere someter algunas de las políticas realizadas en la ‘etapa Zapatero’ en el ámbito de los derechos y libertades, anunciando una enmienda a la totalidad de la reforma laboral y reclamando un calendario más laxo para los ajustes junto a medidas que ayuden al crecimiento. Pero junto a ello dejó clara su disposición a que la política exterior, la de defensa y la antiterrorista sean consideradas «de Estado», hasta el punto de que el líder socialista evitó expresar públicamente qué trasladó al presidente sobre una materia que conoce tan de cerca como la de la estrategia para el final definitivo de ETA. Actitud en línea con el llamamiento realizado por la mañana por el ministro de Interior, Fernández Díaz, quien en el Congreso demandó «prudencia, inteligencia y discreción», atendiendo a la responsabilidad política exigible frente a un problema que ya ha sido encarrilado policialmente. Sin embargo el nuevo clima de la dialéctica Gobierno-oposición podría malograrse si los responsables del Ejecutivo popular insisten en el argumento de la herencia recibida para aliviar su actuación necesariamente comprometida en un período recesivo y si la oposición socialista alienta el fantasma de un programa oculto. El nuevo clima también se malograría si de inmediato no ofrece frutos tangibles. En este sentido, el horizonte del final del período de sesiones –principios de julio– puede volverse eterno para acordar la renovación del Tribunal Constitucional, del Tribunal de Cuentas, de la presidencia de RTVE y del Defensor del Pueblo.