DEBATES
Actualizado:La otra noche me invitaron a 'El gran debate' de Jordi González en Telecinco. Tenía mucho interés en acudir ahí, porque 'El gran debate' es el programa con el que Jordi y Telecinco tratan de aliviar los estragos de 'La Noria'. Sinceramente, aprendí mucho sobre cómo está girando el género del debate televisivo. Esta gente está intentando (y logrando) hacer un programa decente, pero compaginar el debate con el espectáculo es ahora mismo el arte más difícil que hay. Difícil, sobre todo, porque siempre caminas en el filo de la navaja: el espectador que quiera un debate puede sentirse en cualquier momento defraudado por la inevitable fragilidad de los discursos, siempre sometidos a interrupciones publicitarias o de otro tipo, pero el espectador que quiera espectáculo puede igualmente aburrirse en cuanto un parlamento dure más de minuto y medio. La tele ya no es la de los tiempos de 'La clave', ni el público es tampoco el mismo. A fecha de hoy se hace muy difícil retener la atención del espectador durante más de minuto y medio, dos minutos como mucho: vives permanentemente expuesto al riesgo del 'zapping', que el espectador se te vaya a otra cadena con una simple presión de dedo, y eso te obliga a buscar continuamente la sorpresa, a estar proponiendo siempre recursos inesperados, de manera que el público tema perderse algo importante si se marcha a otro lado. Incluso las tertulias políticas más canónicas ('El gato al agua' en Intereconomía, 'Al rojo vivo' en La Sexta, etc.) han de pagar ese óbolo al espectáculo. Para el espectador ilustrado a la antigua (yo mismo, quizá también usted) esto puede significar una pérdida, un retroceso, porque la palabra, el logos, la razón, pierden terreno frente a la imagen, el impacto, el instinto. Y seguramente es así. Pero cada medio tiene su lenguaje, y el de la televisión va siendo cada vez más este. 'El gran debate' de Telecinco es un perfecto ejemplo de por dónde van a ir los tiros. ¿Bueno o malo? Usted decide. Lo más importante es que no se pierda lo fundamental: la posibilidad de discutir ideas en libertad.