Un modus operandi característico
Actualizado: GuardarEl guardia civil instructor del caso fue el primero en comparecer ayer, antes de que lo hiciera otro de sus compañeros y la propia víctima, Antonio Estrada Iriarte. El agente confesó cómo al principio todo les resultó confuso, puesto que aunque parecía un robo los asaltantes solo se llevaron dinero y joyas valorados en 625 euros, frente a 7.500 euros que no tocaron y que se encontraban en un lugar más o menos accesible. Con posterioridad, de la investigación se desprendió que el hecho de que hubieran asesinado a Catalina pudo precipitar los acontecimientos y que no les diera tiempo a culminar el golpe.
De cualquier forma, lo que destacó durante su comparecencia fue que no se hubiera logrado obtener en la finca ni una sola huella u otra prueba concluyente que certificara la presencia de alguno de los imputados en la casa o alrededores. Según el funcionario, cuando los agentes llegaron al lugar había demasiada confusión, pisadas, vehículos y ambulancias, así que fue imposible recabar nada en ese sentido. Como argumentó, los investigadores comenzaron a centrar su atención en los Flores con posterioridad, cuando se produjeron una serie de asaltos en núcleos rurales con el mismo modus operandi, y a los que se asociaba directamente con este clan.
Entonces descubrieron que Antonio los conocía y comenzaron a tirar del hilo, hasta que Serafín Navarro Mesa y su mujer, Rafaela Flores Nieto, señalaron al resto. Todo ello «sin presiones», como declaró la pareja el día anterior asegurando que la Guardia Civil les había amenazado con quitarles la custodia de sus hijos si no colaboraban. Las defensas, por su parte, intentaron desmontar la versión del instructor poniendo en tela de juicio que un modus operandi parecido entre diversos delitos sea suficiente para inculpar a alguien. Además, se agarraron al hecho de que no hubiera ningún testigo y de que la víctima identificara a alguno de ellos por foto, casi dos años después de lo ocurrido.