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Tribuna

El Mundo Islámico y su papel en el escenario internacional

JAD EL KHANNOUSSI
MÁSTER EN CULTURA DE PAZ, DERECHOS HUMANOS Y CONFLICTOS INTERNACIONALESActualizado:

Resulta imprescindible a la hora de abordar cualquier estudio geopolítico en torno a los actuales cambios internacionales, analizar la preponderancia adquirida por el mundo islámico y su papel en la estabilidad y desarrollo mundial. Un protagonismo que debe, en gran parte, a sus enormes y prósperas reservas de riquezas naturales, las cuales continúan siendo un enorme capital activo y del que la humanidad se encuentra en situación de extrema necesidad. Si atendemos a su aspecto geográfico, estos países se localizan en puntos estratégicos, situación que les lleva a desempeñar un papel decisivo en la estabilidad económica, medio-ambiental, social y política, así como en la seguridad mundial. Además, supervisan los canales marítimos más importantes: Suez, Hormz, Pérsico (vías de acceso a mares y océanos regionales e internacionales) y ocupan, también, las fronteras de grandes potencias (americana, rusa, china, india, europea).

Su especial ubicación geográfica les ha posibilitado una diversidad única en el terreno físico: fértiles ríos, lagos y pozos de agua, que favorecen una gran cantidad de actividades agrícolas, a pesar de su falta de experiencia en el terreno (uso todavía de métodos de cultivos tradicionales) y en el combate de plagas. Estos países han visto incrementado su valor debido a sus enormes reservas de petróleo y gas natural (80 % de las reservas mundiales), el combustible y motor principal de la civilización actual. Solo Occidente consume más del 80% de las necesidades energéticas del mundo islámico, porcentaje casi idéntico que el de las potencias emergentes (China, Japón, India, Sudáfrica). Al mismo tiempo, no debemos olvidar las industrias relacionadas con dichos recursos, en especial, las petroquímicas.

Si atendemos al componente demográfico, observamos que esta zona del mundo posee un número muy elevado de jóvenes comprometidos en labores de asistencia social. Riqueza en recursos humanos que reclama, por parte de sus dirigentes, hallar la vía adecuada para abrirles camino y apoyarles en sus investigaciones científicas y técnicas. Una enorme deuda que está todavía pendiente de la adecuada inversión. Hay que resaltar que, hoy en día, las experiencias islámicas van adquiriendo cada vez mayor protagonismo mundial, y representan un modelo nuevo, real y factible en la tarea de construir una civilización mas humana; caso, por ejemplo de Turquía, Malasia. En este aspecto, el mundo islámico puede desempeñar un papel muy importante y, a la vez, positivo. De igual modo, podría llegar a constituir una seria amenaza (terrorismo, conflictos armados) ajena al orbe civilizado. Situación de gravedad que perfila su evidente retraso respecto al mundo occidental (ausencia de proyectos económicos, presión de las grandes potencias para dejar la situación igual, apoyando a dictadores corruptos y, por ende, la aparición de movimientos radicales).

Todos esos inconvenientes no implican que este mundo no pueda ser un socio miembro, responsable y colaborador, en el logro del bien común de la humanidad. Pero no podemos obviar algunos condicionantes: 1) El necesario apoyo occidental para sacarle de su permanente situación de angustia y sostenerle a través del respeto a la voluntad de sus pueblos, especialmente, en los términos del enfoque político que decidan. 2) Abrir paso a las adecuadas inversiones -siguen siendo muy débiles- para favorecer su crecimiento económico. 3) Dotarle de formación en el sector educativo con el fin de que pueda producir en el ámbito de la invención y aumentar su nivel de investigación, pues no debemos olvidar que en su día este mundo fue un pilar básico del progreso humano. 4) Ayudas mediante una inversión adecuada en sus riquezas naturales, sobre todo, la solar (la energía del futuro, según consideran muchos), 5) Incrementar el volumen de comercio entre los países desarrollados y esta zona, aplicando una reducción de barreras administrativas y derechos de aduana, ya que el proceso de intercambio permanece ahora en detrimento de la segunda, lo que conlleva un aumento de su pobreza y miseria. 6) Tolerancia hacia la religión islámica, entendida como una doctrina trascendente, y valorarla en sus dimensiones educativas y éticas, como una vía que favorece la estabilidad y otorga derechos a millones de personas con vacío espiritual. 7) Dar una oportunidad a los musulmanes para que puedan enriquecer el pensamiento humano en las artes (literatura, teatro, cine, deportes), además de adquirir protagonismo en organizaciones internacionales.

En la actualidad los árabes y sus diversas nacionalidades se hallan presentes en las más importantes (militares, científicas, culturales, etc.). Su presencia es una muestra de sus capacidades y su preparación, y de su apoyo a Occidente. No descartemos que, en un futuro inmediato, este mundo juegue papel decisivo en la riqueza de la humanidad, su renacimiento y renovación, como sucedió en su floreciente pasado.