Rajoy impondrá a Sáenz de Santamaría en la dirección del PP que controlará Cospedal
MADRID.Actualizado:El poder que atesora Soraya Sáenz de Santamaría en el Gobierno, como vicepresidenta y máxima responsable de la coordinación política del Ejecutivo, contrasta con la escasa relevancia que posee en su partido a nivel orgánico. La 'vicetodo', que ha crecido políticamente a la sombra de Mariano Rajoy, carece del respaldo de una organización territorial, con el que sí cuentan los denominados barones (o baronesas) como María Dolores de Cospedal, Javier Arenas, Esperanza Aguirre o Alberto Núñez Feijóo.
Es más, en la actualidad ni siquiera forma parte en la actualidad del comité ejecutivo nacional del PP. Perteneció a este órgano hasta el pasado diciembre, dada su condición de portavoz del Grupo Parlamentario en el Congreso. Su puesto en este órgano, el más resolutivo de la formación, lo ocupa ahora su sucesor en la Cámara baja, Alfonso Alonso.
Una carencia que Rajoy solventará ipso facto en el congreso nacional que los populares celebrarán el próximo fin de semana en Sevilla. Fuentes del partido y del gobierno coinciden en señalar que el líder del PP impondrá la presencia de su mano derecha en la cúpula popular para premiar su brillante trayectoria.
«¿Crees que Rajoy, con la previsión de que este año se podría alcanzar los 5,7 millones de parados, la necesidad de acometer un impopular plan de ajuste para cumplir con los objetivos de déficit y con la presión de los mercados internacionales, tiene mucho tiempo para pensar a quién nombra coordinador de justicia y libertades públicas del PP?», preguntaba de manera retórica un dirigente popular.
El líder del PP, de hecho, ha cedido esta responsabilidad a María Dolores de Cospedal, que repetirá como secretaria general del PP, pese a las tenues voces que se preguntan si será operativo que continúe como número dos.
Cospedal, a diferencia de lo que ocurrió en el Congreso de Valencia de 2008, tendrá vía libre para situar a personas de su máxima confianza en todas las áreas del nuevo comité ejecutivo. Los únicos encargos del 'jefe' serán Sáenz de Santamaría y Javier Arenas. La presidenta de Castilla-La Mancha ha reiterado en diversas ocasiones que se siente capacitada para compaginar su obligación institucional con su puesto en el partido, pero es consciente de que no dispone del tiempo necesario para llevar el día a día de la sede de calle Génova.
Por ello, baraja la posibilidad de nombrar a una especie de adjunto, pero con un perfil menos político que el de coordinador general. Una figura que introdujo José María Aznar en 1996 como solución para sostener al entonces vicepresidente del Gobierno Francisco Álvarez Cascos al frente de la secretaria general del partido.
Cospedal quiere ser la única que tenga mando en plaza, como contrapeso a la notoriedad que ha adquirido la vicepresidenta en el Consejo de Ministros. El PP es una balsa de aceite, pero son conocidas las soterradas fricciones que se producen de manera más o menos periódica entre Cospedal y Sáenz de Santamaría. Unos desencuentros que, por el momento, no preocupan lo más mínimo al jefe de filas. Hay populares que, incluso, los achacan a una temprana toma de posiciones de ambas contendientes de cara a una carrera sucesoria que no llegará antes de ocho años.
«Huérfanos»
Cospedal conoce perfectamente que Rajoy es poco partidario de la tabla rasa y evita, siempre que puede, cambiar aquello que funciona. No obstante, deberá remozar una dirección en la que, como ironizó Esteban González Pons, solo quedan los huérfanos». Y es que hasta ocho miembros del comité ejecutivo nacional han cambiado la rutina de la calle Génova por destinos en Moncloa y en otras dependencias del Gobierno. Se trata de los ministros Cristóbal Montoro, Ana Mato, Ana Pastor, Miguel Arias Cañete; los secretarios de estado Juan Manuel Moreno Bonilla, José María Lasalle y Álvaro Nadal y el jefe de gabinete del presidente del Gobierno, Jorge Moragas. La idea es que permanezcan en el comité, aunque alejados de la primera fila.
El PP, por lo demás, encara un congreso nacional muy diferente al que celebró el PSOE o al que vivió Rajoy en 2008. Ni debates ni elecciones en urnas. Nadie discute el liderazgo de Rajoy, que, además, presentará un informe de gestión plagado de triunfos electorales, por lo que recibirá un respaldo unánime y exento de reproches. Hay otro dato que avala esta tesis: las ponencias socialista recibieron más de 16.000 enmiendas por tan solo 1.500 las de los populares.
Hay voces que, sin embargo, alertan de que el partido corre riesgo de «enfermar de éxito». Y es que, pese a las recomendaciones del propio Rajoy, que llamó a los suyos a «no olvidar» al partido, hace más de un mes que no se reúne el comité ejecutivo y los ministros solo se pasan por Génova los viernes por la tarde. Los que aún permanecen en sus puestos están volcados en la organización del congreso. Un panorama que avala la necesidad del relevo. El PP echará sus redes en casa: Juan Carlos Vera, José Antonio Bermúdez de Castro, Sandra Moneo o Juan José Matari suenan para ascender en una organización en la que llevan años desempeñando tareas de coordinación, pero desde la segunda fila.