Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOSYO ME BAJO EN LA PRÓXIMA (LA ESTACIÓN DE AUTOBUSES DE JEREZ)

La Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

JAVIER BENÍTEZ
Actualizado:

Unir en una misma frase las palabras Jerez y autobús es garantía de fracaso absoluto. En esta ciudad tiesa, descompuesta y al borde del abismo hay mucho donde alumbrar. Pero lo de los autobuses es punto y aparte. El transporte público ha alcanzado en Jerez niveles ciertamente penosos, propio casi de países subdesarrollados. El autobús urbano prácticamente ha dejado de contar para los jerezanos. Nadie se puede fiar de un ¿servicio? que un día sí y otro también te deja tirado en la parada como una colilla, ya sea por una huelga, por una avería o porque el conductor ha faltado a trabajar y no hay quien le releve. Lo del transporte urbano en Jerez es absolutamente patético y mamarrachento. Lo digo sin ánimo de buscar culpables -ya sabemos todos quienes son los padres de esta criatura- y sólo por definir el panorama. En un tesitura similar se encuentran los vecinos de las pedanías y barriadas rurales. Los vehículos de Linesur ni siquiera tienen ya para repostar gasoil. Y todo ello por no hablar de las decenas de trabajadores que llevan meses con retrasos continuados en el pago de sus salarios. Todo esto forma parte ya del paisaje de Jerez y del guión de todos los informativos de radio y televisión de la comarca. Y además de esta realidad desalentadora y triste, además de estos conflictos permanentes y de los perjuicios provocados a miles de personas, además está la estación de autobuses de Jerez. Traigo hoy a esta gacetilla mi impresión por el estado de unas instalaciones que, sencillamente, no son dignas. Esta semana tuve que pasar por allí y todavía me cuesta cerrar la boca por lo que pude presenciar. Para no andarnos con rodeos, lo primero que podría decir es que aquello es una pocilga, con todo el respeto para los cerdos. Las colillas, por decenas, sirven de alfombra. Y si te asquea estar allí de pie puedes sentarte en uno de los bancos, eso sí con precaución, porque están todos oxidados. Entrar allí es, practicamente, formar parte de una película apocalíptica, de esas en las que una guerra ha arrasado el planeta y el protagonista busca deseperadamente vida humana entre los restos humeantes de nuestra civilización. Bien, pues ya les digo yo que en la estación de Jerez, de vida humana, poca. Eran las tres y media de la tarde, todos los mostradores estaban cerrados y no había nadie que informase a los incautos pasajeros. La hora la miré en mi teléfono móvil, porque el reloj de la estación no tiene manillas. Es el ejemplo más gráfico de que allí se ha parado el tiempo. No funciona ni uno solo de los monitores de televisión, la pantalla principal parece que se te va a caer encima en cualquier momento y ofrece una información a todas luces incompleta. La seguridad brilla por su ausencia. Ni un triste guardia. Sin embargo, durante los escasos minutos que estuve allí se pasearon por el lugar dando voces y tumbos un par de elementos que parecían recién sacados de una rueda de reconocimiento. En los baños no me atreví a entrar. La estación se cae a pedazos, literalmente. De la fachada ya se han desprendido varios trozos de cemento, y en el interior basta fijarse un poco para comprobar el abandono absoluto que padece. Por supuesto, ni que decir tiene, no hay cafetería, ni quiosco de prensa.. Eso serían lujos asiáticos. Y todo esto en una estación relativamente nueva, que fue inaugurada en 2004. Es de verdadera vegüenza. Y pensar que para mucha gente 'eso' es la primera impresión que se llevan de nuestra ciudad. Realmente, para esto habría sido mejor conservar la antigua estación, donde ahora por cierto hay un chino -parece que los únicos negocios florecientes en esta ciudad- y no gastarse un dineral en un edificio que, dicho sea de paso, arquitectonicamente no es ninguna maravilla sino que más bien se carga la estética y armonía que daba a la plaza la estación de ferrocarril. Hace unos días la portavoz de uno de los colectivos laborales que no cobra sus nóminas dijo que Jerez se está muriendo, y, desde luego, si uno llega a la ciudad por la estación de autobuses parece que se está entrando en un cementerio.