Romney: Sí, pero...
Algo no bien definido parece impedirle tomar de una definitiva vez la ventaja que le haría el seguro ganador
MADRID Actualizado: GuardarMitt Romney ganó en los caucuses (reuniones informales de vecinos) del estado de Maine, en los Estados Unidos, y recuperó la iniciativa frente a sus rivales en la carrera republicana por la designación presidencial, pero algo no bien definido parece impedirle tomar de una definitiva vez la ventaja que le haría el seguro ganador.
Ganó por 39 puntos frente a los 36 de Ron Paul, un aspirante sin posibilidades reales, un 18 por ciento para Rick Santorum y solo un seis para Newt Gingrich. Algunos medios han llegado a decir que el problema de Romney es… Romney. En efecto, su biografía política, que sus adversarios han escudriñado hasta sus últimos vericuetos, no acaba de darle el perfil de conservador inequívoco que parecen exigir muchos republicanos para enfrentarse a la reelección de Obama.
Se le reprocha en concreto la reforma sanitaria que llevó a cabo en Massachussets cuando fue gobernador (2003-2007) y aún más sus declaraciones de entonces de que él no podía imponer a nadie sus criterios sobre el aborto. Ahora su equipo está haciendo un gran esfuerzo para contrarrestar estos criterios y el candidato ha prometido ya dos cosas si es presidente: a) revocar, sencillamente, la reforma de la salud pública de Obama;b) fuerte oposición al aborto. Además, y sin mentir, está repitiendo que él, al fin y al cabo, el único aspirante que no ha pasado ni un minuto de su vida política en Washington…
Una "victoria hueca"
Lo de "trabajar en Washington" es equivalente para muchos republicanos una especie de pecado, el de formar parte de una clase política profesional asediada por los lobbies y sometida a cambalaches constantes. Que eso sea automáticamente aplicable a senadores y diputados no impide la crítica y, además de ser el nombre de la capital federal, "Washington" es un sinónimo de hecho de corruptelas, complacencias y claudicaciones sin cuento.
Como Romney solo ha tenido un puesto público (gobernador de Massachussets, aunque quiso ser senador pero perdió ante Ted Kennedy) puede hoy presumir de no estar contaminado por la atmósfera irrespirable de "Washignton". Hasta ese extremo hay que llegar para acreditarse ante buena parte de la base electoral del partido del centro-derecha.
Uno de sus adversarios, el católico ultraconservador Rick Santorum, trabaja a fondo desde este punto de vista, entre moral y pragmático, y pide a sus potenciales votantes que no atiendan al argumento de la elegibilidad de Romney, visto por los sondeos como el único republicano que hoy empata con Obama a nivel nacional, sino al de los valores. "Estoy seguro de que no cambiareis vuestros valores, los que hicieron grande a este país, por una victoria hueca en noviembre".
A la espera del supermartes
Así las cosas han subido muchísimo el interés y la importancia potencial del debate entre los candidatos del martes 22 de febrero, donde Romney deberá hacer un supremo esfuerzo para mostrar que a él no le gana casi nadie a conservador y que no es el temido conservador impuro que Santorum sugirió con esas palabras.
Con todo, y aún suponiendo que él gane de nuevo el día 28 en Arizona y Michigan, y pese a que también fue el más votado en un sondeo informal entre republicanos reunidos en una convención conservadora ayer en Washington (38 por ciento contra 31 para Santorum, 15 para Gingrich y 12 para Paul) habrá que esperar al supermartes del seis de marzo, que pondrá en juego nada menos que 568 delegados, la mitad en números redondos de los necesarios para obtener la candidatura en la convención final del partido republicano en agosto en Tampa.
En esa ocasión, pero hace cuatro años y entre los demócratas, Obama salió del trance con 1036 delegados y Hillary Clinton con 1100, lo que confirmó que el impresionante empate que se prolongaría aún y dio a su campaña una emoción inolvidable. Romney no tiene enfrente a un rival del peso de Hillary Clinton… pero él tampoco es Obama, un verdadero monstruo electoral. Tiene 25 días para vencer el martes. Si no lo hace el partido republicano tendrá un problema de liderazgo electoral muy grave…