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Economia

LA GRAN DEVALUACIÓN

JOSÉ MANUEL PAZOS
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Comencemos por una confesión. Esta columna no es la primera versión. Y es que en el ánimo de llegar a tiempo, ya había preparado mi escrito sobre la reforma laboral. Estaba tejido con los rumores de alguna antesala, con el hilo que se deja caer en los aledaños del poder, pero sobre todo con el ovillo de la declaración de intenciones que la ministra de Trabajo expuso en el Parlamento. Bastaba ligar ese discurso con los muchos defectos de nuestro mercado de trabajo para que el resultado esperado fuese una reforma laboral esperanzadora. «Completa, equilibrada y útil» nos dijo la ministra.

Pues bien, lo que el Gobierno propone con la reforma del mercado de trabajo, ni es completo, ni es útil, y mucho menos equilibrado. Es un engrudo bastante indigesto. Aspiramos a un mercado de trabajo útil y equilibrado, pero creemos que ese equilibrio pasa sobre todo por romper la dualidad entre temporales e indefinidos, y que la utilidad pasa por hacer del mercado un lugar de encuentro que distribuya esfuerzo y oportunidades, compensando al que se compromete y se esfuerza. En la letra grande de esta reforma no lo busque. No es valiente con el desempleo y es agresiva con el empleo. Destaca por reducir el coste del despido. Era necesario reducir el coste del despido improcedente. Había que aclarar las condiciones en que este despido puede ser procedente. Pero la reforma útil y completa de un mercado de trabajo tan injusto y desequilibrado había de tener, como primer estandarte, iniciar la desactivación de los contratos temporales.

La reforma facilita el despido. Y no vale acogerse a los apartados donde introduce fórmulas de flexibilidad. La economía está en caída y el ajuste del empleo seguirá produciéndose. Será más barato despedir y todo tipo de trabajadores tienen más posibilidades de perder su empleo. Resulta que el 60% de una economía moderna es el consumo, y el consumo es confianza, y la confianza precisa empleo. Si esta reforma no se corrige y se orienta no al despido sino al empleo, va a tener razón el presidente en que este año va a ser malo, agresivamente malo. Y esta primera reforma -porque tendrá que haber más- del mercado de trabajo del presidente Rajoy pasará a la historia como algo más parecido a una gran devaluación, de aquellas que antes eran solo monetarias y que ahora se han aplicado sobre nuestro mercado de trabajo.