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Lo intangible

JUAN MANUEL BALAGUER
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Es intangible aquello que no puede tocarse, o bien que no se debe tocar, lo que dificulta su valoración. Sin embargo, la economía, la contabilidad, valora los activos intangibles como si fueran tangibles, no sin complejidad técnica, ya que las valoraciones subjetivas, desde las inherentes a la belleza hasta las vinculadas con el paladar, siempre generan disconformidades. Ello afecta de similar manera al talento, al conocimiento y la experiencia, las que, sobre todo en el medio mercantil, resultan complicados de valorar para imputarlos como activos contables. La soberbia necedad, tiende a creer que aquello que no puede ser mensurado, pesado, tiene menos valor que lo etéreo inmensurable, considerando así a los que alcanzan el éxito material, vencedores heroicos dignos de emulación.

El craso error de creer que todo lo no tiene precio merece el desprecio, induce a la pérdida de la razón, incluso clínica, que nos aleja de la mágica obra de la divinidad creativa, humana, sin que ello comporte apreciaciones teocéntricas confesionales. Este ejercicio habitual, resulta ser un despilfarro, pues negarle a las aportaciones inmateriales de nuestros congéneres adecuado valor, en general, y por ende, material, nos ha llevado a desmantelar toda opción creativa para resolver problemas propios de los estados críticos. La econometría, se obstina en demostrar que la economía que no cuadre con un modelo matemático tiende al yerro ineludible, sin entender que la economía no es una ciencia que se caracterice por su capacidad de adivinación, y menos aún de predicción indefectible, lo que la obliga a moverse por el limbo de la especulación, proyectando lo que conoce hacia lo que no conoce, intentando convertir el pasado en porvenir.

La economía despilfarradora pública aún activa, cuyos errores estamos pagando con sufrimiento aciago, ha invertido, casi exclusivamente, en la compra de votos, endeudándonos y la privada, no menos despilfarradora, ha empeñado hasta las prótesis dentales o mamarias para comprar cachivaches en vez de invertir en educación y cultura. Ninguna de las dos ha invertido los dineros de todos en procesos productivos ingeniosos éticos, esenciales, y menos aún en talento y conocimiento capaz de paliar el drama existencial, analfabeto, de los miles de millones de menesterosos que pueblan la tierra. La economía de los bienes intangibles, goza de los privilegios de ser ingobernable, dada la rebeldía esencial del alma humana, la que le insta a vivir, a producir, con pasión, con emoción, con vértigo creativo. Invirtamos en bienes inmateriales, intangibles, con fantasía creadora y compromiso para con los demás. La ética creativa es rentable.