Rusia mantiene en pie a El-Asad
Los mandatarios del Kremlin quieren una transición tranquila para su principal comprador de armas en Oriente Próximo Moscú insiste en su defensa del régimen sirio y critica la actitud de la comunidad internacional
Actualizado: GuardarRusia respondió con reproches a las críticas de la comunidad internacional lanzadas por vetar el pasado sábado la resolución de condena al régimen de Bashar el-Asad en Naciones Unidas. Lo hicieron casi al mismo tiempo el primer ministro Vladímir Putin, el presidente Dmitri Medvédev, y el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov.
«Ayudémosles, asesorémosles, limitemos incluso su capacidad para utilizar armas, pero no interfiramos en sus asuntos bajo ninguna circunstancia», manifestó Putin en relación con lo que está sucediendo en Siria durante un encuentro con representantes de distintas confesiones religiosas. Lo que el jefe de Gobierno no explicó es cómo se logra limitar el uso de la fuerza si El-Asad no se siente limitado por nadie y encima el mes pasado recibió un barco entero cargado de armas procedente de Rusia.
Según Putin, «no se puede entrar en Siria como un elefante en una cacharrería» y recordó la intervención aliada en Libia, que condujo al derrocamiento y muerte de Muamar Gadafi. «Nadie habla ahora de los crímenes que se están perpetrando en Sirte y otras ciudades que apoyaron a Gadafi, y eso es resultado de la injerencia militar extranjera», añadió. Pidió que se deje a los sirios «resolver por sí mismos su futuro».
Lavrov, por su parte, recriminó a la comunidad internacional sus «intentos de determinar de antemano el resultado del diálogo nacional sirio», refiriéndose a las presiones de los países de la Liga Árabe y de Occidente de que El-Asad abandone el poder. «A ellos no les incumbe, son los sirios quienes deben ponerse de acuerdo», advirtió el ministro de Asuntos Exteriores, quien también reprobó la decisión de muchos países de retirar sus embajadores de Damasco.
El responsable de la diplomacia rusa considera un «éxito» el resultado de su encuentro del martes con Bashar el-Asad y afirmó ayer que «la retirada de embajadores de la capital siria no ayuda a crear condiciones para el diálogo». «No entendemos esa lógica, como no comprendimos la precipitada decisión de la Liga Árabe de suspender su misión de observadores en Siria».
Mientras, Medvédev mantenía una conversación telefónica con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, al que explicó las razones del veto ruso a la resolución de la ONU. Según el comunicado difundido por el Kremlin, el presidente aseguró que «dicha resolución no permitía la búsqueda de una salida pacífica a la crisis, ya que suponía una injerencia exterior y un atentado contra la soberanía de Siria». A su juicio, «hay que seguir propiciando consensos para encontrar una salida a la crisis por parte de los propios sirios sin intromisiones».
Erdogán anunció la intención de su país de presentar nuevas iniciativas para detener el derramamiento de sangre en Siria, entre otras convocar una conferencia internacional para «enviar un mensaje fuerte» a El-Asad, le contestó al líder ruso que «los que tienen poder de veto tienen una gran responsabilidad y deben emplearla en el marco del derecho y la justicia».
Nuevas sanciones
El ministro de Exteriores galo, Alain Juppé, declaró que la Unión Europea tiene ya en preparación un nuevo paquete de sanciones contra el régimen de El-Asad, que alcanzarán en primer lugar al Banco Central. Según Juppé, «hay muy poco que esperar» de la visita de Lavrov a Damasco y puso en duda que el dictador sirio se proponga dar pasos en contra de la violencia y a favor de un diálogo real con la oposición.
Moscú intenta a toda costa evitar que se repita en Siria el guión libio: sanciones, intervención militar y derrocamiento, lo que causaría una caída brusca del régimen. Siria es el primer cliente de armas de Moscú en Oriente Próximo. Su puerto de Tartús tiene una importancia estratégica para la Armada rusa, al tiempo que el país eslavo ha invertido ya en la economía siria más de 15.000 millones de euros.
De ahí que el Kremlin trate de conseguir una transición paulatina y controlada en el país árabe, que lleve a la renuncia de El-Asad, pero conservando todo lo que sea posible de su régimen.
En declaraciones al rotativo británico 'The Times', el ex embajador del Reino Unido en Moscú, Tony Brenton, estima que la estructura de los regímenes árabes que se derrumbaron el año pasado se parecen mucho a la que tiene Rusia en la actualidad. El diplomático cree que los dirigentes del Kremlin se han propuesto que el líder sirio no corra la misma suerte que Gadafi.