«Mi conciencia está tranquila, me guió proteger a las víctimas»
Garzón defiende su labor en el alegato final y el fiscal carga contra el juez Varela porque la acusación de prevaricar es «pura retórica»
Actualizado: GuardarCon la voz aún quebrada, Baltasar Garzón se quitó ayer la toga por última vez (por ahora) para pronunciar su alegato final ante la sala del Tribunal Supremo que le juzga por investigar los crímenes del franquismo sin tener competencia para ello. «Mi conciencia está tranquila», dijo el juez de la Audiencia Nacional en su alegato final.
Garzón se enfrenta a una pena de 20 años de inhabilitación solicitada por la acusación popular de Manos Limpias por un delito de prevaricación. El juez en la intervención que cerró la vista oral trajo a colación una reflexión del filósofo alemán Immanuel Kant sobre los valores humanos para defender su actuación. «Me guió proteger a las víctimas del desamparo» y puso así el broche a las siete sesiones que ha durado uno de los juicios más mediáticos que se ha celebrado en el Tribunal Supremo y que podría poner fin a una carrera judicial de más de 30 años.
El magistrado hizo un último alegato muy técnico, centrado en defender su actuación en virtud del derecho procesal y la jurisdicción existente para los casos de desapariciones forzadas. Para ello resumió al tribunal los dos años que duró la investigación en su juzgado y señaló que su competencia se fundamenta en que el delito contra altos organismos de la nación es jurisdicción de la Audiencia Nacional.
«Las denuncias contenían hechos criminales masivos, que seguían permanentes. Eran detenciones ilegales porque no se conocía el paradero de estas personas y se investigó en el contexto de crímenes contra la humanidad. Se hizo en cumplimiento del mandato judicial y dar protección a las víctimas», sentenció.
Antes, el fiscal Luís Navajas reclamó al tribunal la absolución del juez porque una condena tendría un «efecto devastador» para el Supremo. «Sería recuperar un derecho penal del autor -en referencia a la acusación de Manos Limpias y a la instrucción de Varela- ; y atentaría contra la independencia de la carrera judicial», apuntó Navajas.
«Pura retórica»
El fiscal añadió que no compartía las decisiones que tomó Garzón durante su investigación, «pero de ahí a afirmar que prevaricó es pura retórica y no está demostrado». Asimismo, recordó que «no ha tenido noticias» de que jueces de la Audiencia Nacional que apoyaron a Garzón hubieran sido objeto de una querella. «Y esto sólo se explica por el interés de la acusación en querellarse contra el juez por su protagonismo en la persecución de dictadores iberoamericanos», afirmó.
Manos Limpias acusó a Garzón de abrir una causa general para enjuiciar «un movimiento, una época» al declararse competente para investigar los crímenes del franquismo, y subrayó que actuó con distinto criterio cuando rechazó una querella por la matanza republicana de Paracuellos. Un suceso, el de Paracuellos, cuya autoría, según el fiscal, «no ha sido probada».
El abogado de la acusación, Joaquín Ruiz Infante, centró su informe final en el hecho de que Garzón archivó en 1998 «en solo 24 horas» la querella presentada por las familias de las víctimas de Paracuellos y diez años después abriera una causa «por crímenes semejantes cometidos desde el otro lado».
El letrado añadió que, al rechazar la querella por los hechos de Paracuellos de los que se acusa al comunista Santiago Carrillo, el juez llegó a acusar de mala fe y de faltar a la deontología profesional a los abogados querellantes. Sin embargo, en diciembre de 2006 admitió a trámite denuncias de las asociaciones para la recuperación de la Memoria Histórica y, en contraste con la rapidez con la que fue archivada la querella anterior, «meditó durante dos años sobre su competencia».
El defensor de Garzón, Gonzalo Martínez-Fresneda, dijo al tribunal que su cliente «aplicó criterios que son tan defendibles como los contrarios y eran razonables» y terminó señalando que «el problema de protección a las víctimas sigue ahí vigente». «Esos grandes cementerios», añadió en referencia a las fosas, «siguen ahí. No parece tan insensato que sea la jurisdicción la que, en aplicación de normas internacionales, dé solución a este problema».