Grandes facilidades
Actualizado:Los compañeros de trabajo van a convertirse en una especie protegida: quien tenga alguno debe cuidarlo, ya que por el camino que vamos o le echan a él o nos echan a nosotros. Para edificar lo más rápidamente nuestro derruido panorama laboral, el Ejecutivo de Rajoy se dispone a ofrecer las mayores ventajas. La reforma que pasado mañana llevará al Consejo de Ministros permitirá el despido con 20 días por año a empresas en crisis. Hola y adiós. La medida, ciertamente, no le gusta a quienes la han tomado, pero hay que reconocer que es aún más desagradable para quienes están obligados a acatarla. El ministro señor De Guindos preferiría un reglamento más duro, algo así como el que le han aplicado a Alberto Contador, pero el ministro señor Montoro era partidario de un tratamiento menos enérgico. Uno sabe que está todo roto y otro no quiere romper totalmente con UGT y Comisiones para evitar una huelga general. Total, que le van a partir el corazón a mucha gente.
Quizá a lo que verdaderamente aspiramos es a que haya trabajadores sin ninguna aspiración. Personas que no puedan ganarse el pan y el aperitivo y que, además de guardar obligatoriamente la línea, tengan que guardar silencio. No deja de ser curioso que un 65 por ciento de parados acepten un contrato de veinte días de despido y sin derecho a pañuelo, pero es más extraño que un 56 se apreste a trabajar por menos del salario mínimo interprofesional. La esclavitud, que hizo posible grandes monumentos artísticos, puede vivir una nueva época gloriosa. Basta con cambiarle de nombre.
Llamándole precariedad en el empleo se disimula algo, pero sobre todo se comprueba que le llamamos elección a lo que tienen que escoger quienes solo tienen opciones indeseables. Nada menos que Einstein, que le dio trabajo a tanta gente para explicar la relatividad, no creyó nunca en el libre albedrío. En su opinión actuamos siempre bajo un influencia no solo exterior, sino por necesidades internas. La de comer es la más determinante.