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El exjefe antidroga dice ser víctima de las «envidias» de compañeros de comisaría

El inspector, acusado de colocar droga a narcos para detenerlos, alega que su confidente le utilizó y pide un análisis psiquiátrico de él

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Intrigas, reproches y acusaciones personales salieron ayer a relucir durante el juicio que comenzó en la Audiencia Provincial de Cádiz al exjefe del grupo antidroga Udyco II de la comisaría provincial de Policía, que se sienta en el banquillo acusado de obligar supuestamente a un confidente a vender droga para detener a otros narcos. El inspector también está imputado por consentir presuntamente que ese mismo informante se dedicara al menudeo a cambio de colaboración.

Ayer, el policía negó todos los hechos y se presentó como una víctima de las «envidias» de algunos de sus compañeros del cuerpo. Por un lado, rechazó haber entregado droga al confidente -identificado como Testigo Protegido 1 o TP1-, al que describió como un informante de mala calidad, que daba versiones contradictorias y mentiras. Además, le acusó de haberle utilizado para vengarse de los narcos a los que odiaba; «de eso me di cuenta al final», dijo ayer. Cuando el fiscal leyó las grabaciones en las que el inspector aconsejaba a TP1 que vendiera la droga en otra zona para evitar su detención, el policía alegó que era una «técnica policial» para ganarse su confianza, pero que nunca lo vio vender hachís, aunque era consciente de que estaba metido «en el mundo del narcotráfico». La defensa del policía sugirió además que el informante puede sufrir una enfermedad mental y pidió, sin éxito, un examen psiquiátrico para él.

El informante, además de ser un testigo protegido, está personado en la causa y pide 17 años de prisión para el inspector. El Sindicato Unificado de Policía ejerce, por su parte, la acusación popular y pide 15 años de cárcel contra él. Por último, la Fiscalía plantea para el policía una pena muy inferior: de cuatro años y medio de cárcel y once años y medio de inhabilitación por un delito de omisión, otro de falsedad documental y uno más de detención ilegal, pues considera que retuvo a TP1 y a otro confidente conocido como 'el niño de los diarios', para hacerlos colaborar.

Guerra de intrigas

El abogado defensor solicitó al tribunal que ni el TP1 y ni el sindicato policial puedan estar personados en la causa, y sugirió que el SUP actúa por «intereses particulares», debido a supuestas rencillas de algunos de sus miembros con su cliente. Así pues, las guerras internas de la Policía se convirtieron ayer en argumento central del abogado defensor. Por ejemplo, el inspector recordó cómo el otro exjefe del grupo de Udyco I «no se tomó muy bien» que su unidad detuviera a uno de sus confidentes, y dijo que ciertos compañeros le tenían «envidia». Con todo, V. R. R. también salió ayer criticado por su compañero en el banquillo: se trata de A. T. R, el que era su mano derecha en Udyco II. El SUP no le acusa de nada, pero la Fiscalía cree que colaboró en algunas de las detenciones en las que TP1 participó. Ayer, al ser preguntado sobre su exjefe, se despachó: dijo que se «atribuye méritos de los demás» y que era un «déspota». Se defendió, en cambio, diciendo que se limitó a firmar los atestados que le dictaba su superior, y que no estuvo al tanto de los supuestos tejemanejes con TP1.

Intrigas aparte, el fiscal centró sus preguntas en las operaciones en las que supuestamente TP1 hizo de gancho, y que permitieron detener a 'El Búho', 'La Churrera' y a 'Paco El Gordo', tres narcos de Cádiz. Según el fiscal, V. R. R. obligó a TP1 a que vendiera droga a los dos primeros y a colocar hachís en un bar donde fue detenido el tercero. El inspector lo negó todo: según él, el confidente se ofreció a fingir que compraba droga a 'El Búho' para que lo pillaran con las manos en la masa, y se limitó a avisarle cuando 'El Gordo' llegara al bar. En todo caso, el fiscal no acusa al policía de propiciar los delitos, sino de borrar el rastro del TP1 en los atestados.